martes, 5 de abril de 2011

Renuncia al KO. Por M. Martín Ferrand

La mayor victoria parlamentaria de Zapatero es superar dos legislaturas sin una sola moción de censura.

DURANTE siete años, desde que el 11-M le arrebatara la cantada sucesión presidencial de José María Aznar, Mariano Rajoy ha tratado de emular la gloria de san Jorge contra el dragón enfrentándose a José Luis Rodríguez Zapatero; pero, mira por dónde, el de León se le ha escapado vivo al de Santiago de Compostela. Así suele suceder, especialmente en política, cuando se despilfarran las oportunidades. El señor de la gaviota confía siempre en que el tiempo acudirá en su ayuda y eso, materia suficiente para elaborar brillantes teorías —todas ellas fatalistas—, no suele funcionar en la práctica. En su currículum, más largo que brillante, Rajoy no podrá incluir un renglón fundamental para un líder en la oposición, la derrota del instalado en el poder. Nada es menor frente a una opinión pública que, por ayuna en ideologías y programas, tiene que limitarse a interpretar gestos y circunstancias de los líderes que pretenden llevársela al huerto electoral. Un abandono del contrario no equivale, salvo en sus efectos, a una victoria.

A toro pasado, como acostumbra, Rajoy se les apareció ayer a los oyentes de la SER para afearle a Zapatero la cortedad de su anuncio y reclamar elecciones anticipadas. Su flauta es como la de Bartolo y, con su agujero solo, repite hasta el aburrimiento la misma cantinela. ¿Tiene autoridad moral para solicitar un adelanto electoral quien está en posesión de la herramienta que puede generar, de inmediato, los mismos efectos que unos comicios? La mayor victoria parlamentaria de Zapatero —¿la gran derrota de Rajoy?— es superar las dos legislaturas de su mandato sin una sola moción de censura que subraye sus muchos y graves errores y proponga las grandes líneas de su alternativa.

Las circunstancias han cambiado, según su propia voluntad para el líder socialista. No para el aspirante popular que, tras el anuncio presidencial, sigue donde estaba. A la espera de unos comicios. Insistió ayer en que, en las actuales circunstancias y a estas alturas de la legislatura, la moción solo contribuiría a «generar más confusión». Es una manera, la menos garbosa, de valorar una coyuntura; pero un líder con pretensión de futuro no debiera dejar correr el «escalafón» presidencial sin acelerarlo o, cuando menos, dejar testimonio rotundo de los males que denuncia y los bienes que propone. Seguramente esas son las emanaciones de sabiduría que Rajoy obtiene del genio de su lámpara mágica. La frota y se le aparece Pedro Arriola que, después de haber creado para Aznar el «¡váyase señor González!», entiende ahora la urgencia de la espera. Y no es lo mismo ganar por KO que a los puntos.


ABC - Opinión

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