martes, 5 de abril de 2011

Fritanga estadística. Por Ignacio Ruiz Quintano

Compadezcámonos, por ejemplo, de Rubalcaba, cuya «bio» parece una montaña rusa.

Madrid apesta a fritanga de estadística. ¡Odia a la estadística y compadece al estadístico! Compadezcámonos, por ejemplo, de Rubalcaba, cuya «bio» parece una montaña rusa: Fouché comprado en los chinos, Cromwell de Solares, Putin de bolsillo, y ahora, Tamarit de la estadística, con los comisarios de mandaderos electorales. ¿Y qué va a hacer, el hombre? Se está jugando sus habichuelas contra el marido de María del Carmen Chacón Piqueras, que también aspira a hacerse con el Consejo de Administración de España para el próximo quinquenio. ¡Ah, los planes quinquenales de la izquierda! Es natural que Rubalcaba los defienda con uñas, y María del Carmen Chacón Piqueras, con dientes. Como dice Tyson, el ex campeón de los pesados, que es colombófilo, dos palomas pueden ser pareja durante quince años, pero les pones de comer y se matan por un grano de maíz. Yo a Rubalcaba nunca le he visto comer maíz: si acaso, algún sapito en «Sazadón», con su amigo Lissavetzky, al que presentan para alcalde de Madrid porque en el Mundial de Suráfrica tuvo el ojo de extraerle a Villa la camiseta para regalársela a las chiquillas góticas de Zapatero, del que ahora huirán todos los empresarios gordos para que no les caiga de consejero figurón. ¿Se puede aspirar a La Moncloa cenando sapitos en «Sazadón»? En la democracia española se puede aspirar a La Moncloa incluso desde la modesta caja de unos grandes almacenes en la Plaza de Cataluña. Si, además de meterse sapitos entre pecho y espalda, Rubalcaba consiguiera meter en la cabeza de los españoles una estadística policial bien faisanada, tumbar a Rajoy sería un juego de niños. Tiene a los policías de uniforme, para que parezca que hay más policías, y aplica la magia a los números, para que parezca que hay menos delitos. Sólo le falta saber hacer lo mismo con los euros y con los parados. Y España estará en sus manos. ¿Han visto, cuando habla, qué forma más inquietante tiene de cogerse las manos?

ABC - Opinión

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