sábado, 9 de abril de 2011

Eurodiputados caraduras: los privilegios de la casta. Por Federico Quevedo

En ese estupendo libro que escribimos al alimón mi compañero Daniel Forcada y quien suscribe, titulado El negocio del poder, hay un capítulo, el quinto, que bajo el epígrafe de El juego de los euromillones: a por un puestazo en Europa, esconde una amplia información sobre cómo viven sus señorías con el dinero que sale de nuestros impuestos, y puedo asegurarles que lo hacen bastante bien. No por nada el capítulo va encabezado con una pequeña cita del escritor francés y clérigo Jacques Benigne Bossuet, quien decía que “la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”. Claro, como para dejarlo. Si es un chollo. El asunto es recurrente, no voy a negarlo, y como siempre tampoco esta vez las protestas de la ciudadanía conseguirán introducir un mínimo de exigencia ética y estética en los comportamientos de esta clase instalada en un sistema burocrático perfectamente diseñado para que ellos siempre tengan a su disposición lo mejor de lo mejor, mientras los ciudadanos que pagamos con nuestros impuestos sus lujos y sus excesos vivimos angustiados por llegar a final de mes.

La última hazaña de sus señorías europarlamentarios ha sido votar en contra de una propuesta de un grupo de la Cámara para que los diputados dejaran de viajar en primera clase en los aviones y lo hicieran en turista. No les pareció bien, y rechazaron la iniciativa con los votos de casi todos los eurodiputados españoles salvo cuatro honrosas excepciones. Las excusas hicieron su aparición a raíz del escándalo y de su ebullición en la red social Twitter, donde el topic #eurodiputadoscaraduras se convirtió el miércoles por la noche en la estrella de la jornada, un trending topic que continuó el jueves y que obligó a que los partidos reaccionaran, al menos un poco. Y en esto tengo que admitir que el PSOE ha estado más al quite que el PP, ya que aunque la votación está ahí y ya no tiene marcha atrás, al menos la Dirección de los socialistas ha desautorizado públicamente el sentido del voto de sus parlamentarios europeos, cosa que no ha hecho el Partido Popular, que como ocurre muchas veces llega tarde a estas cosas, y todavía estamos esperando.


Menos mal que el viernes por la mañana una voz se alzó en el desierto de ideas ‘popular’, la de José Ramón Bauzá, líder del PP en Baleares, para quien “si hay que ir en bicicleta se va en bicicleta. Tenemos que estar a pie de calle. Si hay que ir andando, se va andando” -en clara respuesta a los defensores de la Clase Business-, y muy aplaudido por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la secretaria de Organización del PP, Ana Mato, y el secretario general de los ‘populares’ europeos, Antonio López Istúriz.

Lo de Aguirre no es extraño dado que ella solo viaja en primera en trayectos muy largos, si no lo hace en turista, y lo ha hecho siempre. En un viaje a Palma de Mallorca Aguirre se pasó la hora y pico del vuelo departiendo con un grupo de mayores del Imserso que estaban encantados. En cierta ocasión, el sobrecargo no le quiso cobrar una coca cola y la presidenta se empeñó en pagarla. Y tampoco aceptó la invitación del comandante de otro vuelo para que ocupara un asiento en preferente porque había lugares vacíos. Yo mismo me he encontrado al ministro de Fomento, José Blanco, viajando en clase turista acompañado de su jefe de prensa. Esa debe ser la tónica habitual, porque no hay excusa que valga para que ningún político abuse del privilegio de serlo para obtener un beneficio al que la mayoría de los ciudadanos no pueden acceder.

El hecho de volar más de trescientas veces al año no es un argumento suficiente porque, qué nos quiere decir con ello Vidal Quadras, ¿que la clase turista es, con perdón, una mierda? ¿Que no se puede trabajar? Hay gente que viaja mucho más de lo que lo hace un eurodiputado, y lo hace en clase turista, y trabaja igual y aprovecha igual su tiempo. Cierto, es un poco más incómoda que la Business y, normalmente, no te ofrecen aperitivos. ¡Qué pena! Pero la realidad es que si el premier británico David Cameron puede venir a España en low cost y alojarse en una pensión normal, a nuestros eurodiputados se les puede exigir un comportamiento mucho más cercano a la realidad de la calle, como el viernes pedía Bouzá con mucho sentido común.

En el libro que les indicaba al principio se cuenta como el Europarlamento se ha convertido en un retiro dorado para políticos de todos los partidos y tendencias. Sueldos de casi 8.000 euros al mes complementados con dietas y presupuestos para gastos de personal que los llevan a los casi 12.000 euros mensuales, viajes y estancias pagados además por la burocracia parlamentaria. Incluso estuvieron a punto de aprobar una serie de indemnizaciones pagadas por el Parlamento a aquellos diputados que llegaran tarde a los plenos por retrasos en los medios de transporte, aunque la propuesta fue paralizada por el Consejo Europeo. Pero lo cierto es que la capital europea se ha convertido en un reclamo para jóvenes promesas y en un vehiculo de favores políticos y personales.


El Confidencial - Opinión

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