viernes, 8 de abril de 2011

El desplome del «régimen» andaluz

Andalucía no puede seguir así, porque el descrédito de muchos políticos es una rémora en tiempos de crisis económica y social.

AL fin, el Ejecutivo andaluz claudica ante el ultimátum de la juez encargada del «EREgate» y entrega las actas del Consejo de Gobierno, que pueden aportar datos esenciales para la investigación. Al mismo tiempo, se acumulan los escándalos que afectan a familiares del anterior presidente de la Junta, Manuel Chaves. En concreto, su hijo Iván aparece ahora firmando contratos en calidad de «comisionista», autodefinición que ha puesto por escrito en documentos el vástago del presidente del PSOE. Por mucho que sus amigos pretendan defender lo indefendible, la larga etapa del actual vicepresidente del Gobierno al frente de la Comunidad andaluza dejó secuelas que causan lógico escándalo en la opinión pública y deberían estimular a la Fiscalía Anticorrupción para actuar con una mínima diligencia. En el plano político, resulta imposible para los socialistas andaluces ocultar el enfrentamiento abierto entre Chaves y su sucesor, José Antonio Griñán, tras el episodio reciente de la salida precipitada de Luis Pizarro, hombre fuerte del chavismo durante largos años. El conflicto ofrece dimensiones a escala nacional, teniendo en cuenta que el ex presidente de la Junta era —y sigue siendo— presidente del PSOE y que su «traslado» a Madrid fue una decisión personal de Rodríguez Zapatero, cuya sucesión ha convertido al partido en una auténtica jaula de grillos.

La opinión pública exige explicaciones convincentes, mientras se impone la idea de que la única solución razonable es un anticipo electoral, coincida o no con las elecciones generales. La alternativa que plantea Javier Arenas se percibe ya como una necesidad de higiene democrática porque todas las evidencias coinciden en que tantos años de gobierno socialista han generado pautas de control social y clientelismo político que son incompatibles con el pluralismo propio de una sociedad abierta. Andalucía no puede seguir así, porque la pérdida de confianza y el descrédito de muchos políticos son una rémora importante en tiempos de crisis económica y social. Cada día se suceden nuevas revelaciones acerca de prácticas intolerables en un Estado de Derecho, y ello requiere una solución a corto plazo mediante la decisión de los ciudadanos andaluces, indignados hoy día ante la magnitud de tantos favoritismos e irregularidades.

ABC - Editorial

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