sábado, 2 de abril de 2011

Del Padre Bono, confesor confeso, y la procesión de pecadores. Por Federico Quevedo

El penitente se arrimó a la puerta del despacho y tocó dos veces al tiempo que, con voz trémula, preguntó: “¿Se puede? Desde dentro, una orden seca dictó: “Pasa, hijo mío”. El penitente abrió despacio y se introdujo dentro de aquel despacho sombrío y austero, tanto que casi parecía la cueva de un ermitaño, pues tan poco amigo de lujos y apariencias era su dueño que todo lo que le rodeaba repelía las tentaciones del alma y de la carne. Sentado en una silla adusta, de madera de pino mal labrada, el Padre Bono observó con indisimulada curiosidad el aspecto del fiel que a él acudía. “Dime, hijo, ¿qué te aflige que acudej a mi con tan humilde ajtitud?”.

El penitente, arrodillado ante el confesor y maravillado por el áurea de bondad que irradiaba, dijo: “Padre, necesito confesión antes de acudir al Comité Federal del sábado”. El Padre Bono removió sus nalgas sobre el asiento para acomodar bien espalda y glúteos, y se dispuso a escuchar: “Habla”, dijo, sin más.


“Verá Padre, resulta que yo antes era fiel a mi señor, a Zapatero, ya sabe. Pero desde hace un tiempo, llevado por un ansia irrefrenable de poder, le vengo traicionando ya que he entregado mi lealtad a Rubalcaba…” En ese punto, el Padre Bono negó con la cabeza en un gesto de reproche, pero el penitente continuó: “No, no, si el problema es que también a él le he engañado y he vendido mi lealtad a Chacón”. “Ah, bueno”, señaló el Padre Bono, “ejto último ya ej más aceptable, pero tampoco te preocupej porque no erej el único que ha pasado por aquí a contarme sus penaj y sus traiciones… ¡Si tú supieraj lo que de ti me dijo el propio Zapatero, no te sentiriaj tan mal, y si hubieraj ejcuchado a Rubalcaba como le ejcuche yo, hoy no habría pena alguna ni aflicción en ti, sino ganaj de darle un par de eso que yo, que soy hombre de Fe, no puedo decir”.
«Lo que me importa es que con la que está cayendo en este país, Rodríguez y sus amiguetes o sus enemiguetes se dediquen a marear la perdiz y a distraer nuestra atención. Lo que tiene que hacer es irse, largarse de una vez.»
Ante tal revelación, el penitente se irguió presto y sentándose al lado del Padre Bono añadió a sus palabras: “¿Ah, si? ¿Y puede saberse en que términos hablaron mal de mi?”. “Hijo -espetó el confesor-, eso ej secreto de confesión, pero habiéndote pitado los oidoj con gran intensidad, ya puedej imaginarte que no fueron palabraj precisamente amablej, así que olvida tus penaj y cuéntame que haj hecho para ejte cambio de imagen”. “O, nada, aprendí de vos a cuidar la apariencia exterior que, como vos decís, es espejo del alma, y por eso al igual que su excelencia retocó su incipiente alopecia, yo opté por aclarar mi mirada prescindiendo de las lentes de montura…”.De ahí, penitente y confesor pasaron a la dieta de cada uno, y a otras bajezas morales propias de sus cargos, para luego informar a los plumillas de la Corte de que habían hablado “de lo que todos ustedes se imaginan”.

Miren, bromas aparte, les diré que me importa un bledo lo que pueda pasar este sábado por la mañana en el Comité Federal del PSOE, si Rodríguez anuncia que se va, que se queda, o no anuncia nada y abunda un poco más en esta tomadura de pelo colectiva en que se ha convertido el ‘culebrón’ de su sucesión, en el que no sé si Rubalcaba es JR, Chacón Angela Chaning y los demás el plantel de Pasión de Gavilanes. Lo que me importa es que con la que está cayendo en este país, cuando la gente ya no puede más porque no sabe cómo llegar a fin de mes mientras el Gobierno nos sigue exprimiendo un poco más cada viernes en el Consejo de Ministros, subiendo más tarifas y recortando más prestaciones, Rodríguez y sus amiguetes o sus enemiguetes se dediquen a marear la perdiz y a distraer nuestra atención. Lo que tiene que hacer es irse, largarse de una vez.

Pero lo que todavía resulta más infumable, más indignante y más grosero, es que el presidente del Congreso de los Diputados, una institución que nos pertenece a todos los españoles, se dedique a jugar al corre-ve-y-dile, utilice su despacho oficial para las confidencia y las confesiones como si se tratara del sillón de Gran Hermano, y encima se permita el lujo de tomarnos el pelo con insinuaciones sobre lo que han hablado y lo que han dejado de hablar tratando a los ciudadanos como si fueran tontos de pacotilla. No, mire usted, señor Bono, ¡ya está bien! Es indigno que haga usted lo que está haciendo, es sucio e inmoral. Si quiere hablar “de lo que todos ustedes imaginan” con el resto de imbéciles que se prestan a ese juego para darle a usted una notoriedad que ya no tiene, se va al bar de la esquina donde nadie se lo va a echar en cara, pero en el despacho del Presidente del Congreso de los Diputados, señor Bono, no.

Lo que ocurra en el Comité Federal del PSOE este fin de semana debería darnos a todos igual porque a estas alturas, tal y como están las cosas en este país, la única noticia que puede importarnos es la de la fecha de las próximas elecciones generales para echar a Rodríguez y a toda su corte, pero mientras eso no ocurra,0 que al menos no sigan jugando como lo están haciendo con la desesperanza y la angustia de millones de personas.


El Confidencial - Opinión

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