sábado, 5 de marzo de 2011

¡Que intervengan! Por Hermann Tertsch

Conmueve ver cómo piden ahora una inmediata intervención contra Gadafi aquellos que siempre han hecho bandera de la no intervención.

Resulta conmovedor ver cómo piden ahora una inmediata intervención contra Muammar El Gadafi aquellos que siempre han hecho bandera de la no intervención. Aquellos que aun hoy consideran una crueldad un leve embargo contra un asesino de la catadura de Gadafi como Fidel Castro. Ahora quieren que EE.UU. se lance con sus armas y sus hombres a intervenir en Libia para acabar con el dictador. Entre ellos nuestras dos aguerridas ministras de Defensa y Exteriores, Carmen Chacón y Trinidad Jiménez. A los tres meses, si las cosas se torcieran y las fuerzas internacionales se vieran inmersas en una guerra civil, serían capaces de hacer un nuevo llamamiento a la deserción y a dejar a los soldados americanos solos como la que hizo Rodríguez Zapatero en Túnez en el 2004 respecto a Irak. Las cosas no son tan fáciles. También porque Washington sabe lo poco fiable que puede ser parte de Europa en un esfuerzo continuado de guerra. Los más desleales en la alianza urgen acción para que ganen rápidamente los buenos. Ahora que el malo ya es intratable. Para evitar oleadas de refugiados y se reabra el suministro de crudo. Cierto que una mayor premura en el aislamiento total del régimen y en la implantación de la prohibición de vuelo sobre Libia habría acelerado la caída del tirano. Porque ha recibido ayuda por aire y porque los ataques aéreos contra los rebeldes están siendo decisivos en la defensa del bastión del régimen en torno a Trípoli. La situación da esperanzas a mucho dictador. Estaban asustados por la rapidez de las victorias populares en Túnez y Egipto. Gadafi ha logrado, con las matanzas, forzar la lealtad de parte de su entorno. El cálculo es que una rápida y masiva represión sangrienta —una solución Tiananmen— puede ahogar la revolución en el brote, forzar la lealtad del aparato y mantener el control, confiando en la falta de reacción exterior para la continuidad del régimen.

ABC - Opinión

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