lunes, 28 de marzo de 2011

El presidente y los mandarines. Por José María Carrascal

De sacrificios, nada de nada. Aquí, nadie quiere sacrificarse, y el que menos el presidente del Gobierno.

LO que vinieron a decir los superpatronos a Zapatero es «Olvídese de su sucesión, quédese en Moncloa hasta el final del mandato y termine las reformas que necesita el país. A fin de cuentas, usted está acabado. Haga lo que haga, no ganará las alecciones. Tiene, por tanto, las manos libres para tomar esas medidas impopulares que España necesita. Sea un patriota y sacrifíquese por ella».

Lo malo es que, aunque a Zapatero le gustaría seguir, no le gusta sacrificarse. Quiere que esas dolorosas reformas se las hagan los demás. De ahí ese trajín en la Moncloa, donde sindicalistas, empresarios, presidentes de comunidad y personajes cazados a lazo no hacen más que entrar y salir, con muchas cámaras, muchos apretones de manos y muchas declaraciones rimbombantes. Pero de sacrificios, nada de nada. Aquí, nadie quiere sacrificarse, y el que menos el presidente del Gobierno. «¿Por qué tengo que sacrificarme yo si la crisis vino de fuera, he hecho lo que he podido contra ella y si sigue no es culpa mía?», debe de decirse. Aparte de que la crisis, para él, no ha sido nunca el principal problema de España. El principal problema de España es que la derecha no ocupe el poder. Si hubiese dedicado a la crisis la décima parte del empeño que ha puesto en estigmatizar al PP, ya estaría superada.


Pero ahí seguimos, sin haber cerrado capítulos tan importantes como el mercado laboral o el pacto de competitividad, sin los que la economía española no arrancará nunca, porque un país donde «hay un millón de absentistas diarios« (Rossell, presidente de la OECD), donde «no se han solucionado las necesidades de financiación de las pymes» (Alemany, presidente de Abertis) y donde los salarios aumentan más que la productividad, nunca será competitivo ni saldrá del bache en que se encuentra (según cualquier manual de política económica, excepto los que se manejan en la Moncloa).

Podremos ir trampeando la crisis con parches aquí y allá, con reuniones cara a la galería y declaraciones solemnes o grotescas según se miren. Lo que no podremos en evitar que nuestro crecimiento siga siendo debilísimo, que nuestro paro continúe siendo el doble que el europeo y que nuestra demanda interna siga cayendo, porque las grandes reformas siguen sin hacerse. Mientras tanto, nos continuarán diciendo que no somos Portugal. Pero también Portugal dijo que no era Irlanda, como Irlanda dijo que no era Grecia. Y ya ven dónde está las tres. Ahora, resulta que nosotros somos los próximos en la lista. Listos que somos.

PD: Del último comunicado de Eta, ni caso. Es un asunto español, como las 800 víctimas, que tenemos que arreglar los españoles sin correveidiles extraños, que lo único que harían sería enredarlo (que es lo que busca Eta).


ABC - Opinión

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