jueves, 13 de enero de 2011

Sin excusas frente a la crisis

Con datos como el del crecimiento de la economía alemana, el Ejecutivo ha perdido el «burladero» del contexto internacional.

LA crisis financiera internacional ha sido un argumento reversible para el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Primero le sirvió para mostrarse arrogante y negar que España fuera a sufrir los problemas que ya se advertían en Estados Unidos y Europa. Luego, cuando la crisis entró de lleno en la economía española, el Gobierno responsabilizó a la mala situación que atravesaban los países punteros de la Unión Europea. El mal de muchos fue el consuelo del Gobierno y la coartada para explicar que el desplome del empleo y la crisis del crédito eran problemas importados, pero de los que saldríamos pronto y reforzados. El paso del tiempo ha ido arruinando todas las excusas que el Gobierno ha utilizado para explicar la gravedad extrema de la situación económica de España. Y le ha llegado el turno al famoso contexto internacional, que sigue mal, como es evidente, pero no hasta el extremo de servir de tapadera a una tasa de paro del 20 por ciento y a las dudas constantes de los mercados sobre la solvencia de la deuda española. A distinto ritmo pero paulatinamente, las grandes potencias europeas están haciendo que arranquen sus economías. El dato principal lo aporta Alemania, que cerró 2010 con un crecimiento interanual del 3,6 por ciento, el más alto desde la reunificación. Sería irreal entablar comparaciones entre las economías española y alemana, pero hay que recordar que en los malos tiempos de la economía de Alemania el Gobierno no dudaba en sumar nuestra crisis a la suya. Ahora, el Ejecutivo ha perdido el burladero del contexto internacional y está solo; mejor dicho, en el pelotón de cola del empleo y con una imagen exterior sometida a los vaivenes de los rumores sobre Portugal ahora o Irlanda y Grecia en su momento. Es decir, el Gobierno no es capaz de generar para la economía una agenda propia ante los mercados, los organismos internacionales y nuestros principales socios europeos.

Tampoco los diagnósticos ni los pronósticos de Rodríguez Zapatero van a aportar algo de seguridad. Su último informe, presentado el pasado lunes, vaticina un optimista crecimiento medio de entre el 2 y el 2,5 por ciento hasta 2015, es decir, un nivel de actividad productiva que, si se confirmara, no serviría para crear empleo neto de manera sostenida ni mejorar sustancialmente el consumo interno. A esto se le llama resignación e impotencia.


ABC - Editorial

0 comentarios: