martes, 25 de enero de 2011

Prevengan accidentes. Por Hermann Tertsch

Calificar de accidente el 11-M es cuestionable. Fuera de duda está que fue el «accidente» más eficaz posible.

ESTÁ bien que el Partido Popular se festeje como ha hecho en Sevilla. Ha pasado siete años caninos en los que se ha enfrentado a una alianza política de muchos y variopintos socios, cuyo principal objetivo común era destruirlo como alternativa de poder. Hoy puede constatar con satisfacción que ha fracasado definitivamente esa operación para aislarlo y expulsarlo a la marginalidad política. Y que tiene el camino abierto para hacerse con las riendas del Gobierno central cuando concluya esta agonía nacional en la que ha convertido Zapatero el final de la legislatura. Las encuestas revelan muy claramente el desmoronamiento del Partido Socialista y el hastío de la población ante la situación de deterioro y desconcierto general que percibe y de la que ya sólo culpa al presidente. Pero haría bien el partido de Mariano Rajoy en no volver a caer en la tentación de creer que se enfrenta a un partido «normal» y a un Gobierno «normal» en una democracia perfectamente «normal». Durante años, Rajoy ha pretendido lidiar con un adversario tan respetuoso como él con los hábitos democráticos. Pasando por alto todo el desprecio hacia las normas y hacia él —y la mitad de la ciudadanía española— mostradas por los socialistas. Van desde el acoso extraparlamentario previo a la agitación «putschista» de la jornada de reflexión del día 13 de marzo de 2004, de las negociaciones secretas de Zapatero con ETA aun antes y a espaldas del Gobierno de entonces, al caso Faisán o las diversas formas de Pacto de Tinell que, con objeto de destruir a la oposición, adoptó el socialismo. Se trataba, como ya dijo Zapatero en su «primer año triunfal» de un proyecto de cambio de régimen. En su hagiografía del inefable Suso del Toro dice: «Si algo caracteriza a esta etapa de Gobierno es que hay un proyecto. Precisamente porque hay un proyecto hay una resistencia tan inútil como activa de la derecha más dura (…). Se han dado cuenta de que hay un proyecto de alcance en valores culturales y por tanto ideológicos, que pueden definir la identidad social, histórica, de la España moderna por mucho tiempo».

Resulta que el proyecto fracasa. No por la «inútil resistencia de la derecha». Que ha sido menor. Han sido la ineptitud, la inoperancia, la mentira y la impostura evidenciadas en la crisis económica las que han hundido a Zapatero en el favor del electorado y frustran sus intentos de cambio de régimen. De momento. Porque los comisarios del zapaterismo ven aún alguna opción, como cuenta Ekaizer. Lo hace en el periódico socialista inventado por Zapatero para forzar al otro periódico socialista a serle más leal. Dice que «la posibilidad teórica de esa recuperación del PSOE» está «condicionada a dos escenarios: la renuncia de Zapatero a un tercer mandato en favor de un candidato como, por ejemplo, Alfredo Pérez Rubalcaba, y a algún accidente, o acontecimiento inesperado de suficiente impacto nacional como para borrar el desencanto de esta segunda legislatura socialista». Y añade: «Zapatero ganó la campaña electoral de 2004 a Rajoy y dio el sorpassoel 14-M a horcajadas de los graves errores de Aznar y Rajoy ante el atentado del 11-M». Por fin se acepta desde el zapaterismo la evidencia de que fue el 11-M la causa de su victoria. Por hacer esta afirmación se ha difamado en España sistemáticamente desde el poder a periodistas, historiadores y políticos. Calificar de accidente el 11-M es cuestionable. Fuera de duda está que fue el «accidente» más eficaz posible. En todo caso, Gobierno y oposición deberían esforzarse por prevenir cualquier «accidente» que vuelva a obligarnos a votar en un estado de excepción, declarado o no.

ABC - Opinión

0 comentarios: