martes, 25 de enero de 2011

El día en que Cascos amenazó a Rajoy. Por Federico Quevedo

Ocurrió el pasado 17 de septiembre. Hasta ahora solo conocíamos una versión de la historia, la que ha contado el propio Álvarez Cascos, una versión idílica, casi de cuento de hadas, en la que un Mariano Rajoy entregado le decía textualmente al ex general secretario: “Quiero que tú seas el candidato en Asturias”. A los que conocemos a Rajoy desde hace ya tiempo, esta versión nos producía incredulidad, cuando no risa floja, pero Cascos no habla para nosotros, sino para su público, que se cree a pies juntillas la mentira. Si, mentira, digo bien. La verdad es que Mariano Rajoy nunca pronunció esas palabras en su encuentro con Cascos, sino que fue el ex general secretario el que pronunció otras bien distintas que sonaban más o menos así: “Si no soy el candidato, me voy del partido”. Amenaza. Clara, contundente amenaza, que fue acompañada de otra no menor, la de organizar un nuevo partido para competir con el PP. La respuesta de Rajoy fue la misma que ya le había dado antes: acuerdo con la dirección regional, que es la encargada de hacer las listas. Pero eso no podía ser, porque el propio Cascos se había ocupado de cerrar esa puerta unos meses atrás.

En efecto, en marzo del año pasado el alcalde de Gijón, Gabino de Lorenzo, y el presidente regional, Ovidio Sánchez, apostaron en un primer momento por la candidatura de Paco Cascos, y así se lo transmitieron. El asunto se torció cuando el ex general secretario por todo agradecimiento les comunicó que pensaba prescindir de ellos y que sería él quien hiciera las listas. No contento con comunicárselo, Cascos se reunió en Génova 13 con Ana Mato y le hizo llegar un informe según el cual contaba con el apoyo del partido para ser el candidato y dejar fuera a la actual dirección del PP en Asturias. Algo que, por pura lógica, el partido no podía aceptar. Lo que se le dijo fue lo mismo que después le trasladó Rajoy, que lo hiciera con acuerdo. Pero el hombre que después ha ido de víctima y ha cantado las excelencias de la democracia interna, lo que quería era imponer su propia decisión, tomar el control del partido en Asturias sin haber pasado previamente por el Congreso ordinario celebrado un año y medio antes. Solo cuando desde Madrid se le dijo que así no podía ser, Cascos empezó a reivindicar la celebración de un Congreso Extraordinario que no venía a cuento.
«Lo que está haciendo Cascos es jugar en un partido en el que el beneficiado van a ser los socialistas, que, cuando tenía todas las de perder, se ven de nuevo en condiciones de volver a ganar en Asturias gracias al ex general secretario que, por segunda vez en su carrera, se lleva por delante las expectativas electorales del PP.»
El PP, por tanto, sabía desde septiembre lo que iba a pasar, y ahora se entiende también porque Mariano Rajoy ha tardado tanto en tomar una decisión: tenía que mantener el equilibrio entre el tiempo necesario para que la candidata, Isabel Pérez-Espinosa, pudiera darse a conocer y hacerse presente para los electores asturianos, y el que necesitaba ‘robarle’ a Cascos para evitar que su nuevo partido se asentara y le hiciera un mayor daño al PP. Porque de lo que es consciente Génova es de que, sin duda, Cascos le va a hacer daño a sus antiguas siglas, y de que eso va a favorecer al PSOE. Y es que, no nos engañemos, en definitiva lo que está haciendo Cascos es jugar en un partido en el que los beneficiados van a ser los socialistas que, cuando tenía todas las de perder, ahora se ven de nuevo en condiciones de volver a ganar en Asturias gracias al ex general secretario que, por segunda vez en su carrera política, se lleva por delante las expectativas electorales del PP en la región.

Quienes le siguen y le apoyan deberían tenerlo en cuenta, y deberían preguntarse que otra motivación, más o menos inconfesable, esconde la decisión de Álvarez Cascos de hacerle esta sucia jugada a su antiguo partido. Porque, no lo duden ustedes, algo inconfesable hay detrás para que Cascos tenga tanta necesidad de ocupar la Presidencia del Principado, y si para ello tiene que pactar con el PSOE, no duden que lo hará, y los votos de muchos asturianos de bien habrán servido de coartada. Al menos, en su día, Sergio Marqués de verdad se creyó que lo que hacía era por el bien de Asturias y los asturianos, pero Cascos no piensa en eso… Cascos piensa en su propio bien y los asturianos le importan lo que yo les diga.


El Confidencial - Opinión

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