viernes, 22 de octubre de 2010

La última bala. Por José María Carrascal

En mayo, cambió de economía. Ahora cambia de política, demostrando que no le importa una cosa ni otra.

ESTE no es el gobierno que gusta a Zapatero. Es el gobierno que le han impuesto el partido, el país y las circunstancias, como los presupuestos no son los que le gustan, sino los que le han impuesto Merkel, Obama y los mercados. En mayo, cambió de economía. Ahora, cambia de política, demostrando que no le importa una cosa ni otra. Él sólo cambia para poder seguir siendo él mismo.

Su gobierno era el de María Teresa y el de Bibiana, el progre, el posmoderno, el de Vogue. Mientras éste es un gobierno premoderno, de hombres muy maduros y muy barbados. Deja a Trini y a Leire como floreros y mete a Rosa Aguilar para defender el flanco más vulnerable, el izquierdo, a que se desangre por él. Como deja a Elena Salgado, encargada de los recortes, que ya ha advertido que pueden ampliarse. Por ese lado no hay alivio: nada de alegrías, de buenismos ni de concesiones, porque al menor descuido nos vuelven a meter con Grecia.


¿Qué salida le queda? Sólo una: la pacificación del País Vasco. La era Zapatero acaba así donde empezó. Empezó tratando de negociar con ETA la paz en Euskadi, y acaba intentando alcanzarla derrotando a ETA. Con el mismo hombre al frente, Rubalcaba, flanqueado por el PNV, con el que ya ha firmado acuerdos importantes, y por Ramón Jáuregui, que ya fue vice lehendakaricon ellos. Toda la atención del nuevo gabinete va a tener ese objetivo: Zapatero, el pacificador. ¿Y Patxi López? preguntará alguién. ¿Quién es Patxi López?, le responderán desde Moncloa.

Esas son las cuentas que allí se hacen. ¿Saldrán? Todo es posible en política, pero no probable. Por lo pronto, con ETA no se acaba en 18 meses. Se necesitarán, por desgracia, bastantes más. Luego, el PNV puede apoyar, contra pago, naturalmente, unos presupuestos, pero es difícil que apoye la derrota de ETA, al fin y a cabo sus hijos descarriados. Y lo más importante: ese plan no afecta para nada lo que más interesa a los españoles. El comando Rubalcaba puede detener muchos etarras, pero no crear empleos. Y aunque solucionar el conflicto vasco nos alegraría a todos, el paro no descenderá, aunque lo haya anunciado el nuevo ministro de Trabajo, por cierto, como lo anunció su antecesor. Ya empezamos.

Pero es la única salida que le queda a Zapatero, su última bala. Si por casualidad da en el blanco —nada que ver con don José—, se presentará a la reelección. Si no, dejará el marrón a Rubalcaba, y allá te las arregles. Pues pensar que este hombre se suicide es soñar despierto. Él prefiere suicidar a los demás, empezando por sus colaboradores, siguiendo por su partido y, si es preciso, por el país, como viene haciendo desde hace años, avalado por nuestros votos, todo sea dicho.


ABC - Opinión

Rajoy. La perpetuidad de un ministro. Por Agapito Maestre

El concepto creado por Zapatero para seguir en el poder es sencillo de comprender: "Yo soy un desastre, pero mi ministro de la Oposición es aún peor. ¡Elijan entre lo malo y lo peor!".

Este cambio de Gobierno tiene, como diría un kantiano, un carácter trascendental. Zapatero ha creado las condiciones de posibilidad para mantenerse en el poder, como mínimo, otra legislatura. El PSOE se fortalece de tal modo que comparado con la oposición en general, y el PP en particular, parece una fortaleza inexpugnable. El PSOE a través del Gobierno de Zapatero tiende a ocuparlo todo. No hay espacio público político, en España, que no sea susceptible de ser transformado en una fuerza a favor del PSOE. El nuevo Gobierno tiene capacidad para mantener un discurso viable y, además, tiene aptitud para contarlo con eficacia. Es el Gobierno más ideológico y, terriblemente, propagandístico de todos los nombrados por Zapatero; puede conseguir, con apenas esfuerzos, hacer ver que lo blanco es negro y viceversa.

El cambio de Gobierno llevado a cabo por Zapatero es tan importante que, en mi opinión, ha conseguido poner a su disposición a la pieza más peligrosa que pudiera arrebatarle el poder. No me refiero a Rubalcaba menos todavía a Blanco; por el contrario, es, precisamente, la vinculación de Zapatero a estos dos hombres, formando una terrible troica política, la jugada maestra para mantenerse en el poder. El plan de Zapatero, aparte de la vieja y estrechísima vinculación entre Rubalcaba y Blanco, cuenta con un factor determinante, a saber, mantener vivo a quien le viene acompañando, desde 2004, en todos sus triunfos.


¿Quién puede ser esa persona que, hoy por hoy, es la condición necesaria para que Zapatero revalide su mayoría en las próximas elecciones? Pues que de su primer Gobierno, formado en un lejano 2004, sólo permanecen dos personas; sí, digo bien, sólo aguantan dos personas y no una como se empeñan en repetir los medios de comunicación sin imaginación ni criterio político. Una de ellas, como todo el mundo sabe, es la señora Salgado, que ha cumplido con estricta pulcritud y escrupulosidad todas las órdenes de quien la nombró en sus diferentes cargos en el Consejo de Gobierno. Y la otra, qué duda cabe ya, es un ministro más real que metafórico, si comparamos su forma, la mayoría de las veces casi imperceptible, de hacer política con la que se hace en las democracias desarrolladas.

En verdad, creo que hay alguien inamovible en este Gabinete. Zapatero es consciente de esta realidad. El único ministro que no cambia, en efecto, es el señor ministro de la Oposición: Rajoy; incluso su reacción ante los nuevos nombramientos ha sido propia de un político dispuesto a cargar sobre sí esa responsabilidad. He ahí la mayor genialidad o, según otros, la peor maldad de Zapatero. El nuevo Gabinete tendrá su primer trabajo, en realidad, su primera autolimitación, en darle aire al jefe de la Oposición. Es vital para Zapatero mantener a Rajoy como el encargado perpetuo del Ministerio de la Oposición. Sin su colaboración este gran entramado populista y policial montado por la nueva la troica socialista, a plena luz del día y sin cortarse un pelo, corre serios peligros de fracasar.

El concepto creado por Zapatero para seguir en el poder es sencillo de comprender: "Yo soy un desastre, pero mi ministro de la Oposición es aún peor. ¡Elijan entre lo malo y lo peor!". Naturalmente, frente a este concepto vacío, un votante del PP puede seguir manteniendo la intuición: "Rajoy es mejor", pero tendrá también que reconocerme que tal intuición, a tenor de lo hecho por el jefe del PP en la oposición, es ciega. Pues eso, entre conceptos vacíos e intuiciones ciegas, los españoles se precipitan al abismo.


Libertad Digital - Opinión

Recuperación de imagen. Por Fernando Fernández

No es un Ejecutivo con ideas, sino con mejores técnicas de marketing.

LO ha dicho el propio presidente: es un gobierno para la recuperación. Pero no de la economía, sino de la imagen pública de un Partido Socialista secuestrado por el zapaterismo y que ahora quiere recuperar sus señas de identidad. Vuelve la vieja guardia y con ella un cierto jacobinismo. Se acabaron la España plural y la nación evanescente, las ocurrencias económicas que tantos parados nos han costado, las cuotas simbólicas que tan mal servicio han hecho a la causa de la igualdad, los delirios tercermundistas en política exterior. Vuelve el socialismo eficiente y comunicador, pero sigue sin haber política económica.

No es un ejecutivo con ideas para sacar a España de la crisis, sino con mejores técnicas de marketing. No hay un programa de competitividad, ni una agenda de crecimiento económico, ni siquiera un plan racional de ajuste y consolidación fiscal. Solo hay voluntad de controlar la opinión, de agitar la propaganda. Se trata, nuevamente, de aislar al Partido Popular, pero esta vez con gente algo más competente, no todos, porque alguna patada por elevación empaña esa presunta coherencia. Pero seguirán los cuatro millones y medio de parados, la destrucción del tejido productivo, el veto sindical a cualquier proyecto de liberalización y modernización económica. La única preocupación es salvar al Partido, y a ello se supedita toda la acción política. La gestión económica es secundaria. Se entiende resignadamente que está irremisiblemente hipotecada a Bruselas y sin margen alguno de maniobra, por lo que la clave de la crisis de gobierno está en conseguir desplazar la agenda mediática de los temas económicos. La operación política parte del reconocimiento de un doble fracaso; la crisis económica ha hecho explotar el modelo Zapatero de derechos sin responsabilidad y la ceguera ideológica ha impedido entender que en una Unión Monetaria no hay más política económica que la búsqueda de la competitividad mediante la reforma estructural permanente. Eso exige cuestionar derechos adquiridos, como acaba de hacer el gobierno de coalición liberal conservador de Cameron en el Reino Unido rompiendo radicalmente con la inercia. No machaca el Estado de Bienestar, como sentencia la progresía dominante, sino que, precisamente para protegerlo en una economía globalizada, corta de raíz los excesos y privilegios de una función pública que ha crecido sin más justificación que su propia capacidad para reproducirse y se atreve a poner orden y prioridades en el gasto público. Permítanme un símil empresarial para explicarlo. En algunas fusiones de Cajas en España, la nueva dirección ha encargado una auditoría de organización y recursos humanos que obliga a justificar cada puesto de trabajo, cada departamento, división o comité. En algunos casos se ha llegado a que todos los empleados han tenido que solicitar su propio puesto de trabajo. Algo parecido es lo que están tramando los ingleses. Como hicieron los conservadores suecos tras décadas de dominación socialista. Como tendrá que hacer el Partido Popular cuando llegue al poder, y más vale que lo esté preparando ya.

Zapatero no ha mirado al Reino Unido; se lo impiden sus prejuicios ideológicos. El socialismo español siempre se ha sentido más cómodo con Francia. Y ha visto a un Sarkozy acosado en las barricadas por una peculiar alianza de trabajadores de empresas públicas, funcionarios protegidos y jóvenes aburridos. Le preocupa mucho más el contagio de la calle que el económico. A fin de cuentas, de este último ya se ocupa Bruselas. Por eso, como Lampedusa, cambia el gobierno para que nada cambie.


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Rubalcaba. El cordón sanitario contraataca. Por Guillermo Dupuy

Los medios que Rubalcaba tiene son tantos como escasos son sus escrúpulos a la hora de utilizarlos en esta nueva guerra sucia que se avecina contra el principal partido de la oposición.

Si el PP, en general, y Rajoy en particular, piensan que pueden sestear en una oposición de perfil bajo mientras la crisis económica les hace el trabajo de desbancar a Zapatero de la Moncloa, que se vayan preparando. Naturalmente, no lo digo porque la amplia remodelación del Gobierno –con el inmenso poder que ya no oculta Rubalcaba–, vaya a servir para revertir la ruina institucional y económica que estamos padeciendo, sino porque delata la voluntad de Zapatero de machacar a la oposición del PP con todos los medios a su alcance. Y los medios que Rubalcaba tiene son tantos, como escasos son sus escrúpulos a la hora de utilizarlos en esta nueva guerra sucia que se avecina contra el principal partido de la oposición.

Rubalcaba ya tiene en su currículum títulos tales como encubridor de los GAL y de Filesa, el incitador del acoso a las sedes del PP en 2004, el ministro de SITEL, el del chivatazo a ETA o el que obstruye la acción de la justicia que impulsan las víctimas del 11-M. No son los únicos. También es el máximo coordinador de la cacería Gürtel contra el principal partido de la oposición, teniendo a sus órdenes al comisario general de Policía Judicial, al que ha dado ordenes expresas de controlar todas las investigaciones que afecten a "cargos públicos y persona de relevancia".


Al margen de los nuevos capítulos de esta cacería política, que no se harán mucho de esperar, hay que añadir que Rubalcaba no sólo es, junto a Zapatero, el máximo responsable político del chivatazo a ETA; también lo es, junto al presidente del Gobierno y su servil fiscal general del Estado, de que los informes policiales que acreditaban la conexión con ETA de ANV y PCTV no fueran presentados a tiempo a instancias judiciales para proceder a su ilegalización. Para deseperación no ocultada ni por el Supremo ni por los sindicatos policiales, la ilegalización sólo se instó después de las últimas elecciones municipales; y después de eso, el Gobierno ha seguido y sigue negándose a disolver los ayuntamientos en manos de los proetarras, como podía hacer aplicando la Ley de Régimen Local

Con la última y reciente reforma de la Ley de Partidos, Rubalcaba ha conseguido además dejar intacta la rendija por la que el gobierno coló a los proetarras, que nunca fue otra que el desgraciado monopolio que dicha ley concedía y sigue concediendo a la servil Fiscalía General del Estado a la hora de instar al Supremo la ilegalización. Y este genio del mal lo ha conseguido, además, con el estúpido consenso del principal partido de la oposición y haciendo creer que lo hacía con el objetivo de hacer perder a los proetarras toda esperanza, cosa que se creyeron hasta los que empiezan a reconocer que "el Gobierno puede estar tentado a legalizar a la izquierda abertzale".

Por otra parte, cabe destacar que esta es la hora en la que Rubalcaba no ha cesado a la autoridad penitenciaria responsable de que El País entrevistara a Otegui en la cárcel, contraviniendo la supuesta prohibición de Interior al respecto. Naturalmente no me creo que existiese tal desautorización por parte de quien no ha hecho nada contra quienes han permitido que no fuera efectiva. De hecho, esa entrevista, donde Otegui apenas maquilla algo su repugnante postura de siempre, ha sido utilizada por el presidente del Gobierno para valorar como "determinante" la supuesta evolución del entorno de ETA y recalcar que "sus mensajes no van a ser en balde".

Finalmente, no podemos dejarnos en el tintero el nuevo régimen abierto de otro etarra que impulsa Rubalcaba, nada menos que la del ex número uno de la banda "Txeli" condenado por varios asesinatos a 59 años de prisión. Por mucho que en virtud del antiguo código penal se posibilite este repugnante trato de favor, no es menos cierto que nada lo obliga.

El PP, mientras tanto, no ha hecho la menor crítica ni ha pedido una sola comparecencia de quien ahora se ha convertido en el ministro más poderoso que haya visto nunca nuestra democracia. Para tranquilizarnos, Rajoy nos dice que, lejos de sestear, está "vigilante". Mala vigilancia, en cualquier caso, la del quien no quiere ver cómo el Gobierno, con un oculto "proceso de paz" con ETA y con Rubalcaba a la cabeza, trata de reeditar el cordón sanitario contra el principal partido de la supuesta oposición.


Libertad Digital - Opinión

Agua mineral con gas. Por M. Martín Ferrand

De lo que se trata es de esperar a ver qué ocurre en las autonómicas catalanas y obrar en consecuencia.

YA sabemos que será difícil remontar las circunstancias que nos arruinan en lo económico y nos asfixian en lo moral; pero lo que estaba por ver, la gran aportación de José Luis Rodríguez Zapatero a la estética política española, es que el nuevo Gobierno hiciera su presentación en el escenario con una bien ensayada expresión de mutis, de retirada. Todo es mohína cuando escasea la harina; pero, entre gente adulta (?) y responsable (!), el cuidado de las formas no es un asunto menor. Un político de raza, como enseñaba Francisco Silvela, ha de aprender a tragarse un sapo en cada desayuno. Entre los de medio pelo, ¿no sería exigible un sapo por cada cuatro o cinco? Históricamente, quienes llegan a un Gobierno, ven su nombre escrito en el único diario verdaderamente influyente, el BOE, y juran o prometen cargo, servicio y discreción, tienden a entender el infinito como una medida de cercanías; pero, a la primera adversidad, ya aprenden que un milímetro es una distancia considerable.

Al nuevo Gobierno, en el que no escasean ni los pícaros ni los conversos, no se le advierte el entusiasmo por su nueva responsabilidad. Es como si la tarea que tienen por delante fuera cosa de menor cuantía. Aunque no estemos ante un equipo de debutantes, los recién llegados siempre merecen una tregua de cortesía. Por el momento, gracias al ruido generado por su propia llegada al escenario, se han ahorrado el sonrojo de la almoneda presupuestaria con la que, según la costumbre del líder planetario, se elabora una Ley, la más importante del año, que nadie parece dispuesto a cumplir. Ahora de lo que se trata es de, siempre con el trágala socialdemócrata por delante, esperar a ver qué ocurre en las autonómicas catalanas y, según sea el crecimiento de CiU, la decadencia del PSC y la levedad del PP, obrar en consecuencia.

En los mentideros capitalinos, dismunido por la excesiva presencia que en ellos impone lo público y el enflaquecimiento de la sociedad, pasan el rato en la consideración malévola de si a la circunstancia le cuadra más la fábula del alacrán y la rana o la de la zorra y las uvas; pero, dado el nivel educativo, son pocos quienes advierten la maledicencia. Incluso tengo visto que ya son muchos quienes ignoran lo que es una fábula y sospechan que La Fontaine es un agua mineral con gas y Samaniego, un vino de Rioja. En ese territorio no cabe el error de pronóstico. Aunque Zapatero y Rubalcaba, de la manita como Tip y Coll, consigan el milagro de la resurrección económica y de la revitalización del espíritu nacional, lo de la Educación seguirá siendo una causa perdida. Se llevan los ignorantes.


ABC - Opinión

Rubalcaba. A la desesperada. Por Florentino Portero

Rubalcaba acumula poder y, sobre todo, sabe que Zapatero no estará en condiciones de cesarle en caso de diferencias de criterio. Hundido política y psicológicamente el presidente trata de salvar los muebles.

El 7 de mayo de 2010 mercados y organismos internacionales pusieron en duda la solvencia financiera de España. Fue el fin del proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero, un político mediocre y sin escrúpulos que no tuvo ningún reparo en negar la existencia de la crisis económica y que lanzó a España a una política de gasto absurdo en la injustificada idea de que los malos tiempos serían pasajeros y que las grandes potencias europeas actuarían como locomotoras de la recuperación sacando a España adelante.

Es verdad que en un país como España alguien como Rodríguez Zapatero puede llegar a la Moncloa. Si se está dispuesto a manipular un atentado terrorista como el del 11-M, si se dice a la gente lo que quiere oír, si se promete lo que no se puede cumplir... se puede lograr la confianza de una sociedad que no valora la excelencia, a la que no le importa que le mientan y que no se preocupa por que le roben si todo se desarrolla dentro de unas coordenadas y un cierto orden. Naturalmente la oposición cuenta. Tener como contrincante a Mariano Rajoy y como alternativa al Partido Popular ayuda y de qué manera.


El presidente se quedó sin guión y el tiempo transcurrido ha venido a demostrar que no ha sido capaz de pergeñar otro alternativo. El Partido Socialista no tiene en estos momentos un programa con el que ilusionar a la sociedad española para afrontar con optimismo las próximas décadas. Sólo cuenta con su voluntad para aferrarse al poder e impedir que la oposición se acerque a él. La formación de un nuevo Gobierno ha dejado bien a las claras cuál es el estado de ánimo del presidente y cuáles son sus objetivos.

El ascenso de Pérez Rubalcaba a la vicepresidencia primera sólo es comparable al cargo de valido en los días de los Austrias menores. Con su ascenso el presidente pierde el pulso de la gestión gubernamental. Rubalcaba lo controlará todo. El área económica está dirigido por una mujer que lleva décadas a su lado y con quien comparte años de amistad personal y política. Elena Salgado le debe mucho y sabe que sólo en él puede confiar, ante la manifiesta incompetencia del presidente. Retiene el Ministerio del Interior, lo que le permitirá controlar el proceso negociador con ETA, una baza electoral clave, y la persecución, por medios policiales y judiciales, de dirigentes de la oposición. Coloca a Ramón Jáuregui en Presidencia, un hombre que no ha ocultado sus críticas a la gestión política de Zapatero, para apoyar la negociación con ETA y coordinarse con el grupo parlamentario. Rubalcaba acumula poder y, sobre todo, sabe que Zapatero no estará en condiciones de cesarle en caso de diferencias de criterio. Hundido política y psicológicamente el presidente trata de salvar los muebles y hoy Rubalcaba es quien reúne mejores condiciones para calmar las aguas en el Partido y lograr los mejores resultados posibles.

En el PSOE no hay tensiones ideológicas significativas. El programa que ha seguido Zapatero goza de un apoyo generalizado entre cuadros y dirigentes, de ahí que, en tiempos de vacas gordas, se sintieran tan identificados con él. Las críticas llegan por la forma frívola e incoherente de hacer política, no por la política aplicada. El ascenso de Rubalcaba es el resultado de una negociación, posiblemente virtual, entre Rodríguez Zapatero y los notables del Partido, que se inquietan según se acercan al precipicio de las elecciones autonómicas y locales. Los sondeos son tan malos que seguro que se pueden reducir diferencias. En cuanto a las generales del 2012 no es lo mismo llegar tras un desastre que tras una derrota el 22 de mayo de 2011. Si se evita lo primero queda todavía mucho juego. El Partido Popular, en un formidable ejemplo de ignorancia política, ha desperdiciado el tiempo para ilusionar a los ciudadanos, para convencerles de que hay otra forma de hacer política, de que el problema no está en este o ese dirigente socialista sino en su ideología y programa. Limitarse a esperar la descomposición del Gobierno puede requerir no dos sino tres legislaturas. Por otra parte, una victoria por la mínima podría resultar un infierno para los populares.


Libertad Digital - Opinión

El dúo ZP/Rubalcaba. Por César Alonso de los Ríos

El objetivo fundamental de ZP ha sido el de recuperar prestigio gracias al previsible final de ETA.

El objetivo fundamental de ZP, al llevar a cabo el último cambio de gobierno, ha sido el de recuperar prestigio gracias al previsible final de ETA. Así que, después de haber tratado de resolver mediante el Estatut la permanente «rebelión de los catalanes», va a intentarlo con la que Donoso Cortés llamaba «guerra del Norte» y nosotros terrorismo. Ahora bien, la consecución de ambos objetivos supone el colosal fraude de reducir el ser de España y la condición democrática del sistema: liquidar el castellano como lengua común, eliminar tradiciones seculares como los toros, romper la unidad de jurisdicciones y establecer la desigualdad de ciudadanos y regiones… Este ha sido el sentido del cambio de Gobierno del miércoles y del que ha sido acabada expresión el nombramiento de Pérez Rubalcaba.

¿Y la creación de empleo gracias a un nuevo modelo económico que aparece en las encuestas como la principal preocupaciones de los ciudadanos? Para Zapatero la política económica es fundamentalmente misión de la UE, a la que pertenecemos y del concierto «occidental» que nos determina. La «crisis» tuvo su origen en el capitalismo de Wall Street y en la naturaleza del ser humano basada en la competitividad como bien ha demostrado Oliver Stone en su estupenda película.

Frente a estos objetivos del Gobierno de Zapatero ¿ cómo responde la Oposición que dirige Rajoy? Sánchez Camacho y Basagoiti como líderes en cada una de las dos regiones son recuelos de unos procesos en los que fueron sacrificados Mayor, San Gil y Vidal-Quadras… Porque Patxi López supo siempre que, como maketo, representaba un papel coyuntural mientras Rubalcaba mantenía conversaciones con Urkullu y Otegi, esto es, con el PNV y la parte política de ETA. Del mismo modo que el charnego Montilla era consciente de que terminaría dando paso a Artur Más, líder natural de Cataluña.


ABC - Opinión

ZP, al rescate del votante socialista con la ayuda del PP. Por Antonio Casado

La ceremonia de ayer en Zarzuela y el primer Consejo de Ministros del nuevo equipo en Moncloa cierran por ahora la operación rescate de los tres millones y medio de votantes socialistas perdidos desde las elecciones generales de 2008. Ya con la aritmética parlamentaria a su favor, gracias al pacto de supervivencia con el PNV y CC, Zapatero acorta distancias con sus electores y descoloca al adversario.

Son los primeros efectos de la formación de un Gobierno “mejor que el anterior”, según la propia secretaria general del PP, Dolores de Cospedal. Y “con mejor imagen pública”, según el vicesecretario general y líder del PP andaluz, Javier Arenas. Un diagnóstico que no comparten sus terminales mediáticas, visiblemente alteradas por la escasa inclinación de Zapatero al suicidio político, la irresistible ascensión de Rubalcaba y el miedo a que en la izquierda suene el despertador.


¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que Rubalcaba vuelva a ser el portavoz del Gal, el enredador del 11-M o el encubridor del Faisán?”, se preguntaba ayer un servidor de ustedes en este mismo rincón. Cuestión de horas. Ya le han nombrado “virtuoso del trabajo sucio” y “Maquiavelo del Gal y el Faisán”. Señales inequívocas de una excelente operación. Ese tipo de comentarios siempre funcionan como agitadores del votante socialista con tendencia al desistimiento. Favor que le hacen a Zapatero. Eso es justamente lo que pretende. Movilizar a su gente. Por ahí va su intento su intento de recuperar la iniciativa y romper el cerco que le ahogaba antes de fichar al PNV y CC como costaleros parlamentarios hasta el final de la Legislatura.

«Está por ver cuál será el peso real de sus ideas en una hoja de ruta escorada a la derecha ante la presión de los acreedores internacionales.»

Todo eso lo sabe Mariano Rajoy. Véase lo poco que ha tardado la dirección del PP en llamar al orden al alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, cuyo repugnante comentario sobre la ministra Leire Pajín ha debido sonrojar a su propia gente. El PSOE ha pedido su dimisión. Y él ha respondido que si quieren que se vaya “tendrán que ganarme en las urnas”. ¿Pensará este señor que también el jefe debería aplicarse el cuento cuando pide la dimisión de Zapatero?

Reforma laboral

El impagable apoyo de sus adversarios en la tarea de rescatar de la resignación al electorado socialista se complementa con gestos tan elocuentes como el nombramiento del sindicalista Valeriano Gómez en Trabajo y la ex diputada de IU, Rosa Aguilar, en Medio Ambiente. Aunque está por ver cuál será el peso real de sus ideas en una hoja de ruta escorada a la derecha ante la presión de los acreedores internacionales.

Lo de Aguilar no creo que desborde los límites de una pura cuestión de imagen. Otra cosa es lo de Gómez, cuyo punto de partida es una insondable contradicción. Cómo gestionar una reforma laboral que acaba de reprobar personalmente con su presencia en la manifestación masiva del 29-S. Ya ha empezado a dar marcha atrás: No estoy ni estuve nunca en contra de esa reforma. Sostiene ahora que sólo quiso solidarizarse con los sindicatos en plena ofensiva de la derecha contra ellos ¿Se solidarizarán los sindicatos con él cuando les pida que acepten unas reformas, laboral y de pensiones, contra las que no hace ni cinco minutos que convocaron una huelga general?


El Confidencial - Opinión

El cuchuflú. Por Alfonso Ussía

Cuchuflú no quiere decir nada, pero se adapta a cualquier circunstancia. Un viandante pasea y un desconocido lo insulta. El viandante le responde «cuchuflú» y el insultador se enfada sobremanera. Un pelmazo termina un puzzle de dos mil piezas, y al colocar la última exclama: «¡Cuchuflú!». Su abnegada esposa ignora si lo ha dicho en sentido jubiloso o como desahogo de abatimiento y cansancio. Nadie en el mundo está capacitado para analizar la intención de un «cuchuflú» soltado a tiempo o a destiempo. El ardiente amante que pide a su pareja la inmediata reclusión para proceder al fornicio y recibe de ella como respuesta un «cuchuflú», no sabe nunca a qué atenerse. Si a colocarse los calzoncillos en la cabeza o adentrarse en una sala de cine donde se proyecta una película española para agudizar sus penas. Y esto sucede con la remodelación del Gobierno Zapatero. Que ha sido «cuchuflú» total. Unos opinan que ha entregado toda la responsabilidad a Rubalcaba para que éste le suceda. Otros, que para mejorar las expectativas. Los más, que para seguir, y los menos que para preparar las maletas. Aten ese cuchuflú por el rabo.

Porque todo es cuchuflú. Lo de Trini. Pierde las elecciones a la Alcaldía de Madrid contra Gallardón y es premiada con la Cooperación Internacional. Posteriormente se completa el regalo con un ministerio. Pierde unas elecciones menores, unas primarias, con Gómez, y se compensa su melancolía con el Ministerio de Asuntos Exteriores. El día que pierda las elecciones a la presidencia de las Amas de Casa del distrito de Chamberí, accederá a una vicepresidencia del Gobierno. La democracia al revés. Se premia la derrota en las urnas. A Leire, que lo estaba haciendo fatal en el PSOE, el Ministerio de Sanidad. Nuestros gobernantes no se toman en serio una de las carteras más importantes y fundamentales. Nada menos que la Sanidad, la salud de los españoles. Aznar designó para ello a Celia Villalobos y Zapatero ha empeorado aquella designación. Para enturbiar el camino de Gómez –el de Madrid–, ha nombrado a otro Gómez ministro de Trabajo. Principia la venganza. El sindicalista hereda más de cuatro millones de parados y está encantado. Cuchuflú absoluto. A su niña del alma, Bibiana Aído, se la carga, y mantiene a la Sinde, que se daba por cargada. Los del cine mandan. Cuchuflú. Y hace añicos a la única, que con acierto o sin él, trabajaba, a María Teresa Fernández de la Vega, el terror de los ministros. Lo de Jáuregui y Aguilar es para disimular. ¿Está Zapatero más fuerte? ¿Nos gobierna Rubalcaba? ¿Entre Rubalcaba y Blanco se establece el futuro? ¿Han detenido la carrera ascendente de Chacón? ¿Tenían ganas de ver llorar a Moratinos? No termino de entender la expectación mediática de esta remodelación. Si Zapatero sigue en la cumbre, de nada sirven los cambios. Si Zapatero le cede a Rubalcaba la gobernación de España, menos aún. Es listísimo, pero con demasiadas mochilas en la espalda. ¿Para ganar las elecciones? ¿Para perderlas? ¿Para que llore Moratinos? ¿Para que Leire se la pegue? ¿Para cargarse a Gómez con otro Gómez? ¿Para legalizar a Batasuna? ¿Para parchear errores? ¿Para aumentarlos? Con un tipo tan mentiroso no hay otra conclusión que la siguiente. Cuchuflú.

La Razón - Opinión

PP y PSOE. Aquí no hay Churchill. Por Cristina Losada

El Gobierno, a fin de volver a encandilarlos, seguramente las mutilará. Y el PP, temeroso de asustar al respetable, léase movilizar a la izquierda, de ningún modo quiere aparecer como el partido Manostijeras.

A finales de agosto, The Economist publicaba una pieza sobre la política española que incluía una apuesta llamativa. Decía que dadas la pérdida de popularidad de Zapatero y la muy escasa de que gozaba Rajoy, ganaría las elecciones el partido que tuviera la valentía de echar a su líder. De momento, no hay indicio alguno de que las dos grandes formaciones estén dispuestas a reunir tal arrojo. Los aparatos partidarios suelen ser muy conservadores en asuntos tan delicados, no digamos sus dirigentes máximos. Se acaba de asistir a una remodelación del Gobierno que certifica la voluntad de atrincherarse del presidente. Y en el PP, nada se mueve.

Sin menospreciar la idea de un cambio de líderes, hay otra que no es incompatible y merece estudiarse: que ganara el partido que dijera la verdad a los españoles. Decir la verdad significa reconocer la gravedad de la crisis –no sólo económica– y exponer sin tapujos los sacrificios y reformas que han de hacerse para salir a flote. Un cambio de actitud de esa clase es, con mucho, más importante que un cambio de caras en el cartel electoral. Pero, ay, resulta inimaginable. La cúpula del PSOE ha demostrado con creces esa deshonestidad en las relaciones con lo verdadero que observaba Revel en la izquierda. Y la oposición no está por la labor de hacer de Churchill.

En situaciones como la que atraviesa España, explicar la verdad a los ciudadanos y convocarlos a un esfuerzo colectivo es cuanto se espera de unos partidos responsables, preocupados por el bien común. Sin embargo, a ninguno de nuestros representantes se le pasa por la cabeza seguir esa norma de conducta. ¡No somos kamikazes!, gritarán al unísono. Esa fatal renuncia de los políticos a hacer su trabajo responde a un estado de opinión que prefieren no modificar. Los ahora desencantados con Zapatero son sus propios votantes. No le reprochan los engaños y la incompetencia, sino las medidas de ajuste. El Gobierno, a fin de volver a encandilarlos, seguramente las mutilará. Y el PP, temeroso de asustar al respetable, léase movilizar a la izquierda, de ningún modo quiere aparecer como el partido Manostijeras. Aun por vías distintas y en grados diversos, ambos coinciden en ocultar la realidad. Sospecho que no habrá ocasión de comprobar si gana el que se atreva a decir la verdad. Lástima, pues saldremos perdiendo.


Libertad Digital - Opinión

Notas para una crisis (de Gobierno). Por Ignacio Camacho

Se acabaron los mensajes posmodernos de la «democracia bonita» y los mundos de Yupi. Es un cambio conservador.

POLÍTICA versus economía. Zapatero lo ha reconocido sin tapujos: es un Gabinete para desplegar una ofensiva política. Contra la oposición, obviamente, a la que el Gobierno considera prioritario derrotar antes que a la recesión. En economía han tirado la toalla, se trata ahora de buscar la agitación política y mejorar la comunicación de un equipo agotado y agostado. Un cambio de estética y de pulso pensado desde la necesidad de rescatar el proyecto ante la perspectiva de un desastre electoral. Pero el desafío esencial de la nación, que es la crisis social, permanece intacto. Fuera de prioridades.

ETA, al fondo. Descartada la posibilidad de enderezar el rumbo de la economía, el Gobierno tiene puestas todas sus esperanzas en acelerar el fin del terrorismo. Es su única baza en esta legislatura, y el ascenso de Rubalcaba mantiene estrecha relación con ese objetivo. También la presencia en Moncloa de Ramón Jáuregui, una de las mejores noticias de esta remodelación, y un hombre destinado a ponerle ritmo político al nuevo escenario de ¿negociación? o de recomposición del mapa vasco.


La hora de los seniors. El nuevo Gobierno liquida en la práctica el perfil adanista del zapaterismo, encomendándose a políticos maduros procedentes del tardofelipismo. Se acabaron los mensajes posmodernos de la «democracia bonita» y los mundos de Yupi. Ahora el presidente necesita tipos duros y curtidos que proyecten imagen responsable ante un electorado que zozobra por la incertidumbre socioeconómica. En ese sentido, se trata de un cambio conservador que entierra las últimas señas del estilo zapaterista.

Malo para el PP. Aunque Rajoy haya ordenado seguir con la estrategia de énfasis en la necesidad de combatir la recesión y poner de relieve el desgaste de Zapatero, el adversario cuenta con valiosas piezas de refresco. El PP se va a enfrentar a un mago de la estrategia, Rubalcaba, experto en maniobras de intriga y propaganda, y a un toque de rebato y unidad en las filas socialistas. Si no basta para detener la caída, el relevo puede amortiguar la distancia actual en las encuestas y acaso acabar en un cambio de candidato que no beneficiaría las expectativas de vuelco.

La costumbre de mentir. Quizá acostumbrada a la falsedad patológica de Zapatero, la opinión pública ha dejado pasar su enésima mentira: el anuncio —el domingo, sólo tres días antes— de que el reajuste se limitaría a la sustitución del ministro de Trabajo. Mentir se ha convertido para el presidente en una rutina impune. Y llega Rubalcaba…

La cuota líquida. Rodeada de las degradadas Aído y Corredor, Pajín se convierte en la única representante del estilo juvenil del zapaterismo. Pero la cartera asignada se antoja ardua para su falta de currículum. Su presencia en Sanidad constituye una falta de respeto a un sector tan cualificado profesionalmente como el sanitario. Dará grandes minutos de gloria.


ABC - Opinión

Cómo comunicar la pobreza

El nuevo Gobierno tendrá como objetivo prioritario culminar las reformas que estimulen la recuperación económica y la creación de empleo, en palabras de Rodríguez Zapatero. La radiografía de la España actual, que define la «Encuesta de Condiciones de Vida 2010», hecha pública ayer por el Instituto Nacional de Estadística, refleja que el desafío para el nuevo gabinete será una tarea más que complicada. El grado de deterioro de la situación económica de los españoles no ha mejorado y continúa en cotas alarmantes. El 20,8% de la población residente en España está por debajo del umbral de la pobreza relativa en 2010, porcentaje más de un punto superior al de 2009, que fue del 19,5%. Tres de cada diez hogares tienen dificultades o muchas dificultades para llegar a fin de mes, y cuatro de cada diez son incapaces de afrontar gastos imprevistos. El ingreso medio por persona tampoco mejoró y alcanzó los 9.627 euros, una cifra un 2,4% inferior a la registrada el año precedente, que fue de 9.865 euros. En esa dinámica de empobrecimiento ininterrumpido, el INE apunta que el número de hogares que no se pudieron permitir ir de vacaciones al menos una semana al año alcanzó el 39,7%, casi un punto más que en 2009. La fotografía fija de esta realidad social es la de un país que paga las consecuencias de una tremenda crisis y de la falta de capacidad de sus gobernantes para aplicar las políticas necesarias. Es evidente que existe una responsabilidad directa del Gobierno socialista sobre el deterioro de las condiciones de vida para este número inasumible de familias, que están pagando los platos rotos de las improvisaciones y ligerezas financieras del gabinete. La desconfianza de los ciudadanos hacia sus gobernantes ha crecido en proporción directa al empobrecimiento del país y, en ese sentido, el movimiento de Rodríguez Zapatero, con una remodelación de Gobierno tan profunda, ha perseguido recuperar ese crédito a través de la solvencia política de algunos de los elegidos. Pero, ¿es posible reactivar un cierto grado de convicción en el Gobierno sólo con unos nombramientos? Los resultados del sondeo de NC Report para LA RAZÓN certifican el pesimismo de los españoles ante esa pregunta. Siete de cada diez encuestados no creen que el nuevo equipo sea capaz de sacarnos de la crisis. En línea con ese criterio, el 57% de los ciudadanos considera desacertada la remodelación y se muestra decepcionado. El descreimiento y el abatimiento de la gente de a pie con la administración socialista no han sido una reacción puntual, sino que son la consecuencia de una legislatura y media de políticas erráticas y de improvisaciones que han empujado a la nación a la situación actual. Y cuesta creer que sin cambiar el equipo económico, el nuevo Gobierno vaya a tener la capacidad y el acierto de aplicar las políticas que la sociedad demanda. Simplemente no es creíble. A priori, nadie discute que la capacidad de comunicación del nuevo Gobierno vaya a mejorar sustancialmente con Rubalcaba y Jáuregui como portavoces, pero una cosa es comunicar y otra gestionar. Porque, ¿cómo se «comunica» el aumento de la pobreza?

La Razón - Editorial

El canon sigue siendo legal, pero menos

Normal que la ministra de la ceja, González-Sinde, se haya apresurado a decir que buscará una alternativa. Aquí lo esencial es mantener el nivel de ingresos del pesebre al que ella misma pertenece, sea justo o injusto, por la vía que sea.

El dictamen del Tribunal Europeo de Justicia hecho público este jueves responde a una consulta elevada por la Audiencia Provincial de Barcelona que pretendía que se le respondiera a una duda muy concreta: ¿es legal que se cobre el canon digital a empresas y administraciones públicas? No se preguntaba por la legalidad de este tributo, toda vez que una directiva europea lo permite. De ahí que la decisión, que pone por primera vez límites al canon, sea una derrota en toda regla de las entidades de gestión de derechos de autor, con la SGAE a la cabeza.

La justicia europea ha indicado que el canon es un sistema de compensación y que, por tanto, debe existir una vinculación entre el mismo y la utilización de soportes digitales –como discos duros o CD– para realizar copias privadas. Es un sistema intrínsecamente injusto, por cuanto incumple la presunción de inocencia y obliga a pagar a todos aunque dediquen esos almacenes de información para guardar las fotos de las vacaciones. Pero eso no significa que se pueda llevar la presunción de culpabilidad de forma indiscriminada hasta el extremo al que ha llegado en España.


Hay que indicar que ya existían excepciones al canon que intentaban reducir ese carácter indiscriminado, como la que dejaba exentos los discos duros destinados a ser el principal de un ordenador y, por tanto, emplearse en albergar el sistema operativo y las aplicaciones. Pero aún así se admitía que se cobrara, por ejemplo, al Ministerio de Justicia por grabar discos con los fallos judiciales. Lo que ha hecho el tribunal europeo es aceptar la injusta coartada por la que se recauda el canon, pero aplicarla con lógica estricta: si el canon se cobra porque se presume que los particulares van a utilizar los soportes digitales para copiar películas o canciones, no puede cobrarse cuando pueda concluirse que no van a ser empleados con dicha finalidad.

La vía de agua que se abre así en el lujoso transatlántico en el que navegan la SGAE y las demás entidades de gestión es considerable. Para empezar, dejará de ingresar bastante dinero en el cobro del canon a partir de ahora. Pero además, todas las empresas, entidades públicas y profesionales que lo han pagado estos años y les salga rentable exigir su devolución podrían hacerlo. Y no cabe duda de que con las dificultades que están padeciendo muchas, un número considerable hará precisamente eso.

Normal que la ministra de la ceja, González-Sinde, se haya apresurado a decir que buscará una alternativa. Aquí lo esencial es mantener el nivel de ingresos del pesebre al que ella misma pertenece, sea justo o injusto, por la vía que sea. Al fin y al cabo, cabe suponer que cuando deje el Gobierno tendrá que volver a su profesión. Cuanto más prebendas le deje, mejor vivirá ella.


Libertad Digital - Editorial

Zapatero debe una explicación

El final de la banda terrorista ETA es la baza en la que confía el Gobierno en su «plan de rescate», y ahí tiene su sitio el pacto con el PNV.

EL posible y deseable final de ETA vuelve a la agenda del seminuevo Gobierno socialista con un enfoque distorsionado por las palabras de Zapatero en la rueda de prensa que dio para anunciar la crisis de su Ejecutivo. Aseguró que los últimos mensajes de la izquierda proetarra «no van a ser en balde». Zapatero no tiene ya autoridad para volver a confundir a la opinión pública con mensajes crípticos sobre el futuro de ETA o de sus sicarios batasunos. El presidente del Gobierno agotó su arsenal de pirotecnia retórica cuando, entre otras cosas, dijo de Otegi que era «un hombre de paz» y que le constaba que De Juana Chaos, en pleno chantaje de su huelga de hambre, «era favorable al proceso de paz». Ya que Zapatero ha hecho cambios en su Gobierno para mejorar la comunicación, debe empezar por aclarar sus propias palabras y explicar a los ciudadanos, al PP y a las víctimas por qué los mensajes de los batasunos «no van a ser en balde», y para quién y cómo. No hay espacio para más cheques en blanco al Gobierno en este «déjà vu» sobre el final de ETA, ni puede pretender que la sociedad se fíe de su palabra. Menos aún va a servir que Pérez Rubalcaba asuma el aparente lado firme de la lucha antiterrorista, porque supuestamente era el que desempeñó durante la negociación política con ETA entre 2005 y 2007. Y lo hizo blanqueando la falsa tregua de ETA con unos informes policiales que verificaban el cese de la actividad terrorista, mientras la Gendarmería francesa alertaba de que ETA seguía activa y los terroristas introducían explosivos y armas en España, alardeabam de fusilería en los montes vascos, robaban cientos de pistolas en Francia y preparaban el atentado de la T-4 de Barajas. Esta historia no va a tener una segunda oportunidad.

Sin embargo, el final de ETA es la baza en la que confía el Gobierno en su «plan de rescate» —la otra es una campaña sin cuartel contra el PP—, y ahí tiene su sitio el pacto con el PNV, que cuenta también con el refuerzo de Ramón Jáuregui, político que, tras unas buenas maneras personales, presenta una trayectoria en la política vasca basada en su predisposición al entendimiento con el PNV, así como en la falta de sintonía con el pacto antiterrorista de 2000 y con la alternativa constitucional que en su día representaron Mayor Oreja y Nicolás Redondo, y ahora, con diferencias, Basagoiti y Patxi López. El Partido Popular tiene motivos para no tomarse estos nombramientos como una anécdota.


ABC - Editorial