viernes, 22 de octubre de 2010

El cuchuflú. Por Alfonso Ussía

Cuchuflú no quiere decir nada, pero se adapta a cualquier circunstancia. Un viandante pasea y un desconocido lo insulta. El viandante le responde «cuchuflú» y el insultador se enfada sobremanera. Un pelmazo termina un puzzle de dos mil piezas, y al colocar la última exclama: «¡Cuchuflú!». Su abnegada esposa ignora si lo ha dicho en sentido jubiloso o como desahogo de abatimiento y cansancio. Nadie en el mundo está capacitado para analizar la intención de un «cuchuflú» soltado a tiempo o a destiempo. El ardiente amante que pide a su pareja la inmediata reclusión para proceder al fornicio y recibe de ella como respuesta un «cuchuflú», no sabe nunca a qué atenerse. Si a colocarse los calzoncillos en la cabeza o adentrarse en una sala de cine donde se proyecta una película española para agudizar sus penas. Y esto sucede con la remodelación del Gobierno Zapatero. Que ha sido «cuchuflú» total. Unos opinan que ha entregado toda la responsabilidad a Rubalcaba para que éste le suceda. Otros, que para mejorar las expectativas. Los más, que para seguir, y los menos que para preparar las maletas. Aten ese cuchuflú por el rabo.

Porque todo es cuchuflú. Lo de Trini. Pierde las elecciones a la Alcaldía de Madrid contra Gallardón y es premiada con la Cooperación Internacional. Posteriormente se completa el regalo con un ministerio. Pierde unas elecciones menores, unas primarias, con Gómez, y se compensa su melancolía con el Ministerio de Asuntos Exteriores. El día que pierda las elecciones a la presidencia de las Amas de Casa del distrito de Chamberí, accederá a una vicepresidencia del Gobierno. La democracia al revés. Se premia la derrota en las urnas. A Leire, que lo estaba haciendo fatal en el PSOE, el Ministerio de Sanidad. Nuestros gobernantes no se toman en serio una de las carteras más importantes y fundamentales. Nada menos que la Sanidad, la salud de los españoles. Aznar designó para ello a Celia Villalobos y Zapatero ha empeorado aquella designación. Para enturbiar el camino de Gómez –el de Madrid–, ha nombrado a otro Gómez ministro de Trabajo. Principia la venganza. El sindicalista hereda más de cuatro millones de parados y está encantado. Cuchuflú absoluto. A su niña del alma, Bibiana Aído, se la carga, y mantiene a la Sinde, que se daba por cargada. Los del cine mandan. Cuchuflú. Y hace añicos a la única, que con acierto o sin él, trabajaba, a María Teresa Fernández de la Vega, el terror de los ministros. Lo de Jáuregui y Aguilar es para disimular. ¿Está Zapatero más fuerte? ¿Nos gobierna Rubalcaba? ¿Entre Rubalcaba y Blanco se establece el futuro? ¿Han detenido la carrera ascendente de Chacón? ¿Tenían ganas de ver llorar a Moratinos? No termino de entender la expectación mediática de esta remodelación. Si Zapatero sigue en la cumbre, de nada sirven los cambios. Si Zapatero le cede a Rubalcaba la gobernación de España, menos aún. Es listísimo, pero con demasiadas mochilas en la espalda. ¿Para ganar las elecciones? ¿Para perderlas? ¿Para que llore Moratinos? ¿Para que Leire se la pegue? ¿Para cargarse a Gómez con otro Gómez? ¿Para legalizar a Batasuna? ¿Para parchear errores? ¿Para aumentarlos? Con un tipo tan mentiroso no hay otra conclusión que la siguiente. Cuchuflú.

La Razón - Opinión

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