martes, 7 de diciembre de 2010

Astucia por inteligencia. Por M. Martín Ferrand

Rubalcaba y José Blanco están exhibiendo astucia donde debieran lucir inteligencia.

DESPUÉS de unos cuantos días agazapado en su madriguera presidencial, José Luis Rodríguez Zapatero reapareció ayer en el Congreso para celebrar el aniversario de la Constitución del 78, la mejor que tenemos. Eso no quiere decir que sea buena y debiera ser responsabilidad de los partidos, de los dos grandes cuando menos, consensuar las bases de su reforma y actualización para adaptarla a las nuevas circunstancias y facilitar con ello la gobernación de una Nación que, mayoritariamente, no quiere dejar de serlo y la grandeza de un Estado debilitado por la vaporización y traslado de algunas de sus competencias básicas a los ámbitos legislativos de las Autonomías.

Zapatero llegó al Parlamento envuelto en los pitos y abucheos de unas pocas centenas de ciudadanos que, posiblemente, encarnaran el disgusto y la censura a su gestión de unos muchos miles; pero, en cualquier caso, no es bueno expresarse con los pies, en el idioma del pateo y la protesta desordenada. Menos todavía a las puertas del templo en el que actúa la liturgia democrática y la palabra es el ingrediente único para las alabanzas y las condenas. Al estado de alarma decretado por el Gobierno se añade un estado de cabreo que proclaman los miles, millones, de ciudadanos airados por las circunstancias y desesperanzados por la falta de iniciativas del Ejecutivo y de propuestas alternativas de la oposición. Incluso son muchos quienes le reprochan a Zapatero, en la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba, la «militarización» del servicio de control aéreo. Conviene separar unas cosas de las otras para evitar la confusión. Hay razones suficientes para que la ciudadanía reproche la acción gubernamental, desde la torpeza con la que se abordan la crisis y el paro hasta la falta de reacción cuando nos amenazan los vecinos del sur; pero ello no le quita valor e idoneidad al decreto de la alarma. Los instrumentos legales de que dispone un Gobierno están para ser usados y hay que ir disipando el atavismo guerracivilista que se acompaña de una visión sesgada del Ejército.

Posiblemente, excitados por una hipótesis sucesoria, el supervicepresidente Rubalcaba y José Blanco, ministro y —todavía— gran controlador del PSOE, estén exhibiendo astucia donde debieran lucir inteligencia; pero, en lo que respecta al ejercicio de la autoridad que ostentan en nuestra colectiva representación, ambos han obrado con responsabilidad y sentido común. Como si trataran de enmendar las dejaciones y olvidos en que, en el asunto de los controladores, vienen incurriendo desde el pasado febrero, cuando ya se pudo avivar la alarma que ahora nos asiste.


ABC - Opinión

0 comentarios: