jueves, 16 de diciembre de 2010

15 de enero. Por Rafael Martínez Simancas

«La aldea está en peligro, necesitamos una nueva marmita de pócima mágica para resistir el avance del César», no es un fragmento de «Astérix y Obélix», es la parte esencial de la declaración de intenciones que recoge la petición de ampliación del estado de alarma. Cámbiese Astérix por Rubalcaba y manténgase al César, (Cabo), como la amenaza que socava los principios de unos galos. Para mayor dramatismo cójase una foto cenital de «Google maps» y rodéese con un círculo rojo el entorno de La Moncloa, ahí aparecerá la aldea, y todo lo que la rodea es el peligroso mundo exterior.

Pero la marmita aunque nos pueda parecer enorme tiene su fondo, la pócima mágica tiende a la extinción cuando se bebe como si fuera refresco isotónico. Nos podemos preguntar qué pasará el día 15 en la aldea monclovita en la que Rubalcaba arenga a las tropas. Él sólo, a decreto desnudo, parece poco para enfrentarse a la amenaza exterior, los demás no le acompañan en la batalla. Allí en la aldea quién no está preocupado porque se le quema el jabalí en el horno, (Obélix-Blanco), teme que el cielo caiga sobre sus cabezas, (Abraracúrcix-Zapatero, apático y cansado de sí mismo). En la aldea si tienes algo de lucidez te mandan a galeras, tal y como le pasó a Solbes-Asurancetúrix al que tenían por el bardo coñazo que siempre tiene que decir la verdad. En momentos de crisis la verdad puede sentar tan mal como el oxígeno puro a un urbanita con pulmones de fumador. Los arqueros del CIS que tendrían que vigilar las torres disparan para adentro.

El 15 de enero, cuando termina el poder extraordinario que otorga un real decreto, es el «non plus ultra» de los cálculos gubernamentales. Más allá existe un horizonte lleno de monstruos que acechan, y lo que no son pensiones son recortes sociales. Sólo el ron puede mejorar la pócima.


ABC - Opinión

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