sábado, 20 de noviembre de 2010

La OTAN se reinventa

Lejos del optimismo expansivo que sucedió al final de la guerra fría, la nueva OTAN acusa el peso de una misión tan compleja como Afganistán.

LA OTAN ha decidido trazar el rumbo para la próxima década, tratando de anticipar la mejor manera de afrontar las amenazas que penden sobre los países occidentales. De su nueva Doctrina Estratégica, se deduce que la Alianza va a ser más pequeña, porque los gobiernos de los principales países no tienen suficiente dinero para financiar políticas de defensa más ambiciosas, y en cierto modo más retraída sobre sí misma, concentrada en la protección pasiva de su territorio a través de un sistema antimisiles antes que anteponer la tradicional disuasión nuclear, confiando en la incierta premisa de que es posible pensar en un mundo sin armas atómicas. Lejos del optimismo expansivo que sucedió al final de la guerra fría, la nueva OTAN acusa el peso de una misión tan compleja como la de Afganistán y aunque no excluye la posibilidad de intervenir en cualquier parte del mundo, la determinación de estas palabras queda matizada por la voluntad anunciada al mismo tiempo de salir cuanto antes de aquel país, a pesar de las dudas de si se habrá alcanzado la mayoría de los objetivos que nos llevaron allí. Para España, esta transformación significa que nuestra importancia militar disminuye, no solo porque se ha producido un deslizamiento del interés geoestratégico hacia Oriente, sino porque el Gobierno socialista ha asistido a esta discusión dentro de la OTAN con el mayor desinterés.

Y la verdad es que se necesita una OTAN más fuerte en un mundo que se vuelve más complejo; China aumenta sin cesar su presupuesto militar, los planes de nuclearización de Irán introducen un grave factor de inestabilidad en Oriente Medio, Rusia no acaba de consolidar un sistema democrático, Pakistán está en una situación más que inquietante... Pocas cosas aconsejarían optar por una OTAN débil o con vocación de irrelevancia. Que se hayan incluido expresamente asuntos como el ciberterrorismo en el catálogo de las amenazas posibles es una decisión más que acertada, pero eso no quiere decir que se pueda pensar razonablemente que otros peligros más tradicionales van a desaparecer. La OTAN ha sido la garantía de la libertad de Occidente frente a la coacción del totalitarismo. No sería inteligente olvidarlo porque por desgracia no es previsible que las amenazas desaparezcan solas.


ABC - Editorial

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