viernes, 15 de octubre de 2010

Un fanal para Zapatero. Por M. Martín Ferrand

La crítica no debe encubrirse con la máscara de la libertad de expresión y allanar todas las fronteras.

«EL futuro de Carme Chacón es esplendoroso», ha dicho José Montilla sin que le tiemblen las carnes ni los pulsos. Podría ser. Los griegos clásicos tardaron unos cuantos siglos en transitar del mito al logos. ¿Por qué tan notoria esplugense no puede hacer ese viaje en unas pocas semanas? Para empezar, como para demostrar su vocación titánica, la ministra de Defensa quiere articular y convertir en código el más viejo de los derechos consuetudinarios, el del pataleo. Quiere reglamentar el abucheo y corren rumores de que, en su arrebato reformista, puede llegar a meterle mano a la ley de la gravedad para que no nos perturbe la existencia más de lo debido.

No está bien, está muy mal, aprovechar un acto institucional en la celebración de la Fiesta Nacional y, en presencia del Rey de España y mientras se conmemoraba a los militares fallecidos en cumplimiento de su deber, proferir insultos y descalificaciones contra el presidente del Gobierno. La crítica no debe encubrirse con la máscara de la libertad de expresión y allanar todas las fronteras, incluso las de la buena educación; pero de ahí a un «protocolo» preventivo de la indignación popular y su expresión callejera media la distancia que separa a un Gobierno solvente y plenamente democrático del de José Luis Rodríguez Zapatero.


La autocomplacencia y el autobombo, dos licencias intolerables para un Gobierno que no es capaz de entreverar algún acierto entre sus muchos errores y disparates, está a la orden del día en el PSOE propiamente dicho y en sus franquicias autonómicas. A tal extremo hemos llegado que María Teresa Fernández de la Vega —¡tampoco el congrio es mal ave!— es capaz, también sin pestañear, de afirmar con la entereza y dignidad con la que un especialista de postín emite su diagnóstico sobre una enfermedad mostrenca: «Zapatero es el mayor activo del Gobierno y del partido». Ignoro si la vicepresidenta que riñe se expresa de ese modo en un alarde de humildad o en un arrebato de orgullo; pero sería tremendo, fatal, que tuviera razón.

Así las cosas, mientras la titular de Defensa estudia la dimensión conveniente para el fanal con el que pretende proteger a Zapatero, único «protocolo» antiabucheo equivalente al ingreso en el Cister, el Gobierno —lo que queda de él— sigue enjaretando despropósitos sin reparar en que cuando un grupo notable de personas vocifera enérgicamente, en lugar inadecuado y con evidente inoportunidad, es consecuencia de una educación deficiente en la escuela y en el hogar. Es el Ministerio de Educación el que puede erradicar los abucheos. Cuando lo hacen los guardias se suele llamar represión.


ABC - Opinión

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