viernes, 8 de octubre de 2010

Nobel al español

«Todos los que hablamos y sentimos en esta lengua universal somos conscientes de que por fin la Academia sueca ha hecho justicia».

MÁS de cuatrocientos millones de hablantes en español recibieron ayer con legítimo orgullo la concesión del Premio Nobel de Literatura al escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa. Una vez más, salta la sorpresa en el fallo emitido por la Academia sueca. Es curioso, en efecto, que el eterno candidato haya obtenido el premio más que merecido precisamente cuando —por una vez— su nombre no figuraba entre los favoritos. Acierta de lleno el jurado del Nobel al otorgar el galardón a este novelista excepcional y ensayista brillante, con una personalidad culta y refinada que ofrece un ejemplo de rigor y seriedad como intelectual y como ciudadano. Es bien sabido que Vargas Llosa se sitúa en una posición moderada y liberal, en el sentido genuino del término, al margen de cualquier extremismo o complacencia ante los regímenes totalitarios disfrazados de ideología revolucionaria. Más allá de la etapa como candidato a la presidencia de su país natal, ha sabido transmitir una imagen de ciudadanía activa y consciente, al servicio de las libertades y en contra de los abusos del poder, que enlaza con la mejor tradición de la democracia constitucional.

El autor de obras de referencia como «La ciudad y los perros», «Conversación en la catedral» y tantas otras ha recibido los máximos galardones literarios (entre ellos, el Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Mariano de Cavia) y es miembro de la Real Academia Española, buena prueba del reconocimiento debido a su talento. A esta relación se suma ahora el premio Nobel de Literatura, culminando así una trayectoria que pocos escritores igualan a escala universal. La prosa de Vargas Llosa engancha al lector por la brillantez de las descripciones y los diálogos en el marco de una imaginación literaria compensada por un sentido común que elude la desmesura y la exageración. Los personajes son siempre creíbles, reflejan el claroscuro de la condición humana y expresan cada uno a su manera el espíritu de la época y del lugar. En sus ensayos, el premiado hace gala de una cultura exquisita, con una interpretación novedosa de los grandes clásicos y un ejercicio libre de la crítica que recrea para sus lectores los mejores momentos de la historia de la literatura. Todos los que hablamos y sentimos en esta lengua universal somos conscientes de que por fin la Academia sueca ha hecho justicia otorgando un premio largamente esperado.

ABC - Editorial

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