lunes, 18 de octubre de 2010

En fase espectral. Por Félix Madero

Zapatero ha terminado por dar la razón a Arzalluz, que en enero proclamó: el de López es un gobierno de ocupas.

HACE unos años unos cuantos periodistas nos reunimos con Xabier Arzalluz, entonces presidente del PNV. Recuerdo que se expresaba con un dominio del español tan perfecto que conseguía que sus palabras significaran lo que a él le daba la gana. En ese encuentro Arzalluz hablaba de la necesidad de que hubiera en el País Vasco un referéndum para la independencia de España. En un momento de la conversación le preguntamos: ¿Qué pasa si lo pierden? El viejo presidente del PNV hizo una pausa, apuntó algo en un papel y respondió: Convocaríamos otro. Insistimos alborotados: ¿Y si pierden también el segundo? Pues convocaríamos un tercero, y así hasta que saliera el sí, dijo sin ruborizarse. En ese mismo encuentro escuché por primera vez eso de que los de ETA son unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta. Y antes de terminar y para que no hubiera equívocos esbozó la siguiente teoría: El nacionalismo es como una escalera mágica: uno sube escalones y no encuentra jamás un descansillo, siempre hay un paso que dar, nunca se acaba la escalera; cuando uno cree que ha llegado al final descubre que siguen quedando escalones que subir.

Bien, luego vino lo que sabemos todos, Ibarretxe y su plan, la deriva de Lizarra, y la salida de Josu Jon Imaz, incapaz de dirigir una formación que se sustenta en la impostura histórica y el medievalismo político. Con este PNV ha pactado Zapatero. Este PNV es el que le va a dar oxígeno para llegar a 2012 como jefe de un Gobierno que desgasta y debilita España. Lo hace sin que le tiemble la mano, con la seguridad del que no es capaz de detenerse un momento y preguntarse: Pero, ¿qué estoy haciendo? Cuando veo el abrazo y la risa de Urkullu y Erkoreka al presentar al PNV el acuerdo, me gustaría saber qué siente y qué se pregunta Zapatero. En esta fase espectral, un ser sin vida pero con los votos de seis escaños, seis, pacta con una fuerza que no esconde que España es para ellos una molestia de la que convenientemente se aprovechan. Independicémonos, pero lentamente, por favor.

No, ya no importa a estas alturas lo que Zapatero crea. Uno quisiera escuchar hoy a Patxi López, Eguiguren, Alfonso Guerra, Bono y Barreda, Rodríguez Ibarra; a Marcelino Iglesias, Griñán, López Aguilar, Caldera, Jordi Sevilla, Ramón Jáuregui, Jesús Cuadrado y tantos socialistas de fuste que callan en este momento de deriva y descomposición. Nunca el silencio, por tibio y consentidor, fue más responsable. Zapatero ha terminado por dar la razón a Arzalluz, que en enero proclamó: El de López es un gobierno de ocupas. Hecho. Al final ha conseguido lo que nadie: hacer más profunda la división entre los de derechas y los de izquierda, y ahora, entre los que se sienten españoles y los que no. En el PSOE hay muchos que todavía leen la E de la histórica sigla socialista. Tantos como los que callan. Y eso termina pasando factura.


ABC - Opinión

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