sábado, 18 de septiembre de 2010

Un listo de Archidona. Por M. Martín Ferrand

Que Pastrana diga lo que dice, pero por cuenta propia o, todo lo más, a escote entre sus compañeros.

MANUEL Pastrana, natural de Archidona (Málaga) y de profesión sindicalista, hubiera hecho feliz a Luis Carandell, creador de Celtiberia Show. En su condición de secretario general de UGT en Andalucía, en arrebato de imaginación creadora, el tal Pastrana asegura que los abuelos «son parte fundamental para el funcionamiento de este país». En esa mostrenca consideración nos propone a todos los abuelos de España que, para poder secundar la huelga general, dejemos «de cuidar a los nietos ese día». A mí me cuidan más mis nietos que yo a ellos y, quizás por eso, me resulta divertida la parida de Pastrana en la que se confunden el tocino y la velocidad, lo íntimo y familiar con lo laboral e, incluso, la gimnasia con la magnesia. Lo único que me solivianta es que el líder sindical, como todos los de su especie, cursa con cargo al Presupuesto. La deuda del conjunto de las Administraciones públicas españolas supera ya los 600.000 millones de euros y, lejos de tratar de reducirla, precisamente para garantizarle un futuro a nuestros nietos, gastamos un monto respetable de nuestros impuestos en pagarle el sueldo a Pastrana y a sus colegas.

Los sindicatos españoles, que viven amancebados con el PSOE, necesitan un certificado de su existencia real y por ello, más que por ninguna otra cosa, han convocado una huelga extemporánea, inoportuna y hueca de contenido. Una huelga, por cierto, que no depende de su capacidad de convocatoria y movilización, sino del Ministerio del Interior y de sus equivalentes autonomicos. Sin piquetes «informativos», sin silicona en las cerraduras, sin la paralización violenta de los medios de transporte colectivo y la obstrucción de las vías públicas, la huelga del día 29 será un fracaso. Su éxito depende de Alfredo Pérez Rubalcaba y sus colegas periféricos. Si son diligentes, dado el pulso de la opinión pública, solo dejarán de ir al trabajo quienes no lo tienen, como los parados, o los que no están acostumbrados a hacerlo, tal que los liberados sindicales.

El crecimiento de la deuda que señalan los datos del segundo trimestre es tan elefantiásico que ya debieran estar sonando las sirenas de alarma. Urge el recorte del gasto público en todo lo que no sea esencial y, aunque no sea el mayor, habrá que ir pensando en reducir las partidas asignadas a los sindicatos, patronales y otros organismos que se dicen representativos y lo son, solo, bajo palabra de honor. Es importante, para que encontremos la salud económica, que Pastrana diga lo que dice, pero por cuenta propia o, todo lo más, a escote entre sus compañeros en la dirección de UGT y las cuotas de sus afiliados.


ABC - Opinión

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