miércoles, 22 de septiembre de 2010

Gobernar no es fotografiarse

Nos encontramos una vez más con un "Zapatero en estado puro", con alguien que, más que reconocer la importancia que la imagen tiene en política, ha hecho de la fotografía una forma de gobierno o, más bien, un sustituto de gobierno.

Poco le importará a Zapatero que el balbuceante portavoz socialista en el Congreso no haya sabido qué responder del encuentro entre el presidente del Gobierno y Mohamed VI, del que, por no saber, Alonso no sabía ni siquiera dónde se había celebrado. Al fin y al cabo, ha sido el propio Zapatero el que, al estrechar la mano del monarca alauí, ha destacado que "la foto es lo más importante" del encuentro y el que, en rueda de prensa, no ha informado del mismo salvo con vaguedades.

Nos encontramos una vez más, y tal y como ha denunciado la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, con un "Zapatero en estado puro", con alguien que, más que reconocer la importancia que la imagen tiene en política, ha hecho de la fotografía una forma de gobierno o, más bien, un sustituto de gobierno. Naturalmente lo que busca con ella es dar una imagen engañosa, transmitir la idea de que la realidad se cambia con una instantánea. Pero estas no son más que eso, imágenes efímeras no siempre fieles con la realidad y con las que desde luego ésta no puede modificarse.


El mismo encuentro que, con posterioridad, Zapatero ha mantenido con la elite de Wall Street, un día después de proponer una tasa para las transacciones financieras internacionales, no buscaba más que eso, hacerse la foto; como si la imagen de cordialidad con esos directivos ya consiguiera, por sí sola, hacer realidad que los inversores extranjeros no guardan ya recelo alguno de la economía española.

No es de extrañar en un presidente de Gobierno que durante años aparcó la reforma laboral sin más provecho que hacerse la foto con los agentes sociales que supuestamente la estaban negociando; todo para luego llevar a cabo, tarde y mal, un simulacro de reforma que no goza ni de consenso ni de alcance alguno. De hecho, ya desde los tiempos en los que estaba en la oposición, Zapatero ha entendido la fotografía como una forma de hacer política, no siempre con los resultados esperados. Así, aquella insultante instantánea, en la que aparecía sentado al paso de la bandera americana, con la que Zapatero quiso irresponsablemente mostrar su oposición a la intervención aliada en Irak, fue sustituida, una vez en el Gobierno, por un denodado esfuerzo para tratar de hacerse, como sea, una foto con el ex presidente norteamericano que transmitiera la idea de que las relaciones con Estados Unidos eran, pese a todo, muy cordiales.

Eso, por no recordar aquella foto con la que, siendo líder de la oposición y en plena tensión con Marruecos, Zapatero quiso transmitir sus buenas relaciones con Rabat con una foto junto con Mohamed VI en el que aparecían en un mapa Ceuta, Melilla y las Canarias como territorio marroquí. Aquella foto, tanto como la de ahora en Nueva York, expresan cuál es la supuesta "cordialidad" y "respeto" de los que habla Zapatero: la del que no se hace respetar y del que cree que los problemas se solucionan echando mano de una cámara fotográfica. Mas, como bien ha advertido Soraya Sáenz de Santamaría, la "fotogenia" no crea empleo, no resuelve los problemas económicos de España y no sirve para defender los intereses de los españoles ante cualquier Estado vecino.


Libertad Digital - Editorial

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