viernes, 24 de septiembre de 2010

El precio del poder

Otra vez la obsesión por mantenerse en el Gobierno ha llevado a Rodríguez Zapatero a cuartear principios hasta ahora «sagrados».

A falta de conocer la letra pequeña del pacto entre el PNV y el Gobierno, parece evidente que Rodríguez Zapatero ha traspasado peligrosamente una de las líneas rojas celosamente preservadas por todos y cada uno de los gobiernos anteriores: la del sistema de la Seguridad Social, entendido como instrumento de solidaridad entre españoles. No solo ha asestado un duro golpe a la unidad de mercado, sino agrietado el principio de igualdad. Cierto es, como decía ayer ufanamente el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, que de la Seguridad Social no saldrá un solo euro. Pero el problema está en que lo que antes se recaudaba desde el País Vasco por la vía de las cotizaciones destinadas al fomento de planes activos de empleo, y que iba a la Tesorería de la Seguridad Social, ya no entrará en la caja única del sistema. Otorgar al País Vasco las políticas de empleo —formación, orientación y colocación de desempleados— no es el problema, sino la transferencia de las bonificaciones a la contratación laboral en detrimento de otras Comunidades. El Gobierno no tendrá razón política ni técnica para no ceder la misma potestad a las autonomías que la reclaman, ni autoridad moral para reprochar al PP las impugnaciones que ha anunciado. Otra vez, la obsesión por el poder ha llevado a Zapatero a cuartear principios hasta ahora «sagrados». Aunque Patxi López haya felicitado al presidente del PNV «por comprometerse con España», el lendakari sabe que el acuerdo alcanzado por los nacionalistas y Rodríguez Zapatero es un agujero en los cimientos de su Gobierno. Zapatero ha dado al PNV dos argumentos poderosos contra sus compañeros del PSE. Uno es puramente electoral, porque los nacionalistas podrán exhibir ante los electores vascos en los comicios municipales una transferencia nueva de gran repercusión social. El segundo es político y de mayor calado, porque a Urkullu nadie le podrá negar que ha conseguido de Zapatero lo que este negó a Patxi López; y traducido al lenguaje populista del nacionalismo, significa que el PNV, aun en la oposición, negocia mejor con Madrid que los socialistas, aunque estén en el poder autonómico. Sin embargo, el precio del pacto con el PNV no se conoce en su integridad. La primera fase es un paquete de políticas activas de empleo y, además, la competencia para modificar las bonificaciones a la contratación. La segunda se verá a partir de las municipales y forales de 2011.

ABC - Editorial

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