martes, 14 de septiembre de 2010

El paro creativo. Por Ignacio Camacho

Magia potagia: donde había desempleados ahora hay «trabajadores en proceso de formación». Riqueza para el país

UN artista, eso es lo que es. Este presidente ha resultado un genio incomprendido, un prestidigitador de la política, un mago de la semántica. Un demiurgo que transforma la realidad con el simple trámite de relatarla de un modo diferente. El único gobernante del mundo capaz de disminuir el paro en varios cientos de miles de personas de un solo golpe por el elemental procedimiento de cambiarlos de nombre, esa virtud que los escolásticos reservaban a la Causa Primera. Nomina nuda tenemus. Magia potagia: donde había desempleados ahora hay «trabajadores en proceso de formación». Donde había un drama social ahora hay riqueza potencial para el país. Donde había una cifra de desempleo sonrojante ahora hay una prometedora bolsa de innovación y aprendizaje. Donde había millones de empleos destruidos ahora hay una masa crítica de transformación económica. Donde había una economía devastada ahora hay un «laboratorio» de políticas laborales. Donde había un problema ahora hay una solución. Cráneo privilegiado, que decía Valle.

Hay que tenerlos bien cuadrados para plantarse en una cumbre internacional sobre (des)empleo con la segunda mayor tasa de paro de Europa y sacar pecho sin inmutarse para blasonar de la cantidad de gente que tiene tiempo libre para completar su formación laboral. Con un par. Desde que Chaves denominó «parados con horizonte» a los despedidos de Delphi —que por cierto siguen dos años después formándosea cargo de los fondos asistenciales; se conoce que su horizonte estaba muy despejado— no se había visto un gesto semejante de osadía y arrojo. De todo se aprende. Y lo que Zapatero ha aprendido de la crisis es que «una persona cuando está formándose está trabajando para un país». Sic. Literal. Por tanto, es menester adoptar «una nueva mirada»: los parados lo que hacen, una vez apuntados a cursos formativos en los que a un albañil le enseñan informática y a una camarera punto de cruz, es incrementar el capital de innovación y generar plusvalías de futuro. Y de paso aliviar la estadística, pero eso sólo son efectillos colaterales de esa perspectiva visionaria.

Cómo no lo habíamos pensado antes. La crisis es una bendición. Si los parados están en realidad trabajando, las empresas cerradas vienen a redimensionar un mercado sobresaturado de oferta, los bancos que no dan crédito refuerzan su acumulación de capital y los consumidores que no gastan elevan la tasa de ahorro. Es cuestión de mirarlo con «una visión distinta» (de nuevo sic), una luz optimista, creativa, regeneradora. Vamos a tener el mayor ejército de desempleados cualificados de Europa. Brillantes, capacitados, preparados para cualquier cosa… salvo para encontrar un trabajo. No se puede alcanzar todo en la vida ni siquiera en el paraíso socialdemócrata.


ABC - Opinión

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