Tal y como está la sociedad en Cataluña hoy en día, los nacionalistas ya tienen el terreno ganado por la abstención bestial, el abandono socialista y la automarginación del PP.
Porque gobiernan y cuando no gobiernan o gobiernan con otros, siguen teniendo mayoría. Y donde no tienen mayoría son decisivos. Así, mientras éstas sean las reglas que, como se suele decir, nos hemos dado, vayan haciéndose a la idea de que la cosa va a ir a peor, porque hace tiempo que rompieron la barrera psicológica, si es que alguna vez la tuvieron. Podemos tener la convicción de que los nacionalistas son minoría y que si el PSC sacara los resultados de las generales en las autonómicas la cosa sería diferente; o simplemente si el PSOE se presentara en Cataluña. También podemos reprochar que el PP a lo único que aspire sea a no perder los pocos escaños o los menos concejales que perdió en las anteriores elecciones, y que eran menos que los de otras anteriores y que les dé igual. Pero eso son conjeturas y opiniones, aunque basadas en indicios como el de la diputación de Lérida. Allí ERC gobierna con tres diputados porque los socialistas, que tienen más de diez, les han entregado el poder. Y cuando ERC gobierna, ¿qué es lo que hace? Pues quitar la bandera española de la fachada el día que se publica la sentencia del estatuto. Y saber que son una minoría que gobierna sin votos y sin diputados no les reprime lo más mínimo. Lo que les quiero decir es que lo que fomenta el independentismo no es recurrir al Constitucional, ni tampoco que se dicte una sentencia miedosa que se queda en una quinta parte de lo que debió ser. Lo que fomenta el independentismo es que el independentismo gobierne y apruebe normas cargadas con su ideario.
Respecto a la prohibición de las corridas de toros, es cierto que no es estrictamente un debate identitario, pero es que nada lo es. En el parlamento de Cataluña cuando se aprueba una regulación sobre algo tan poco identitario como la vivienda, le ponen la pegatina de "nacional" y ya lo es. Ni siquiera algo tan identitario como la lengua tendría por qué ser algo identitario. El catalán no es la lengua de los nacionalistas, el catalán es de todos los que lo hablamos, algo que no todos los nacionalistas pueden decir. Y prueba de que no siendo los toros una cuestión de identidad nacional los nacionalistas han querido prohibirlos más por lo español que por lo animal, es que han actuado como hacen con todo lo demás: con el rodillo. Tal y como está la sociedad en Cataluña hoy en día, los nacionalistas ya tienen el terreno ganado por la abstención bestial, el abandono socialista y la automarginación del PP. Así los nacionalistas no tendrían ninguna necesidad ni de prohibir los toros, ni de multar por rotular en castellano, ni de obligar al doblaje de películas; pero lo hacen. Y lo hacen porque pueden y porque les hemos dejado.
Libertad Digital - Opinión
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