jueves, 8 de julio de 2010

¿Montaje de Rubalcaba o un 'Gürtel 2' en territorio Camps?. Por Antonio Casado

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La mentira tiene vuelo corto. Si los registros y detenciones de Joaquín Ripoll y compañía responden a un montaje del ministro Rubalcaba para desgastar la causa del PP en vísperas del debate sobre el Estado de la Nación, no tardaremos en saberlo. La respuesta la tienen los jueces. Sus resoluciones serán los mejores elementos de juicio para formar criterio sobre si estamos ante una sucia maniobra del ministro del Interior o un nuevo episodio de corrupción en territorio Camps.

Algún indicio delictivo debe flotar entre los papeles intervenidos cuando ya había una causa abierta en un juzgado de Orihuela sobre las contratas para la recogida y reciclaje de basuras en numerosos municipios alicantinos. Los jueces, por lo general, son discretos y poco dados a los montajes. Tampoco consta que la juez del caso sea muy amiga, poco amiga o amiga del alma del ministro Rubalcaba, aunque haya dictado un auto que autoriza la actuación de los agentes de la UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Financieros) que investigan el caso. Eso incluye, pues claro, detenciones, traslados y registros.


Son las órdenes del Juzgado las que obligan al ministro del Interior y no al revés. Siempre se podrá recordar que donde sí llegan las órdenes de Rubalcaba es a las Comisarías Policiales. Tiene lógica si se trata de fundamentar la sospecha de que el ordenó las detenciones y los registros del martes suplantando a la juez, como sostiene González Pons, el portavoz oficial del PP, o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que no se pierde una.

Adversarios políticos internos

Vale como coartada. Encaja perfectamente en la lógica de la confrontación política y el desgaste del adversario. Pero puestos a descifrar el linchamiento mediático de Ripoll y compañía, sin perjuicio de que sea o no inocente de las sospechas que planean en la llamada Operación Brugal, no perdamos de vista las querellas internas del PP valenciano. Quien conozca mínimamente esa trastienda pensará inmediatamente en los compañeros de partido. La postura del abrazo es la misma que la de la puñalada.

Hasta las piedras en Valencia saben que a Ripoll, último baluarte del poder zaplanista, de acreditada fobia a Francisco Camps, le tienen ganas sus adversarios políticos internos. Menos poderosos que Rubalcaba pero más entregados a la faena. Empezando por el presidente de la Comunidad y siguiendo por la joven alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, el delegado del Gobierno Camps en Alicante, José Císcar, y la portavoz del PP en Elche, Mercedes Alonso.

Me temo que mientras hoy camine hacia el Juzgado número 3 de Orihuela para prestar declaración, por citación policial, claro, el presidente de la Diputación y líder del PP alicantino, José Joaquín Ripoll se acordará menos de Rubalcaba que de quienes han estado amargándole la vida en el partido desde el congreso que ganó a los puntos en diciembre de 2008. Una victoria que, por cierto, fue impugnada por su rival interno, Perez Fenoll, y sigue pendiente de resolución en el Comité de Derechos y Garantías del PP nacional.


El Confidencial - Opinión

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