Aunque parezca baladí, la Selección española, y su excelente trayectoria en el Mundial de Suráfrica, se ha convertido en un elemento de cohesión nacional y un estímulo para los españoles en estos tiempos de crisis. Eso se desprende de la encuesta que NC Report ha realizado para LA RAZÓN. Para el 62,3 por ciento de los encuestados, la Selección simboliza la unión de España frente a un 6 por ciento que opina lo contrario. También se ha valorado muy positivamente el trabajo en equipo que despliega el combinado nacional. Un 56,3 por ciento cree que los de Del Bosque, con su unión dentro y fuera del campo en pos de un objetivo común, han dado una lección a los políticos de que juntos podemos alcanzar cualquier meta.
Nadie ignora que el fútbol, el deporte seguido mayoritariamente en nuestro país, y en especial la Selección española es uno de los elementos con los que más se identifican los ciudadanos y en el que se sienten más reconocidos como españoles, por encima de los nacionalismos, salvo en el caso de los más radicales. Sólo hay que ver estos días las calles de numerosas ciudades de España, con los balcones engalanados con nuestra bandera, hecho que, desgraciadamente, ocurre muy pocas veces por complejos heredados que, lejos de beneficiar a nadie, muchas veces, al dejarnos llevar por ellos han contribuido a la división. Cuando juega la Selección, la bandera de España alcanza su verdadera naturaleza, no es patrimonio de ninguna ideología y sí de todos los españoles. Igual sucede con el himno que, salvo en actos castrenses, pocas veces es tan respetado.
Nadie ignora que el fútbol, el deporte seguido mayoritariamente en nuestro país, y en especial la Selección española es uno de los elementos con los que más se identifican los ciudadanos y en el que se sienten más reconocidos como españoles, por encima de los nacionalismos, salvo en el caso de los más radicales. Sólo hay que ver estos días las calles de numerosas ciudades de España, con los balcones engalanados con nuestra bandera, hecho que, desgraciadamente, ocurre muy pocas veces por complejos heredados que, lejos de beneficiar a nadie, muchas veces, al dejarnos llevar por ellos han contribuido a la división. Cuando juega la Selección, la bandera de España alcanza su verdadera naturaleza, no es patrimonio de ninguna ideología y sí de todos los españoles. Igual sucede con el himno que, salvo en actos castrenses, pocas veces es tan respetado.
Y sí, les convendría a los políticos extraer más de una lección del combinado nacional. La Selección española encandila a los seguidores, no sólo por su estilo de juego, también por su actitud. Desde el triunfo en la Eurocopa, que esperemos que se reedite en el Mundial, los españoles han valorado la comunión que existe entre los jugadores –rivales a lo largo del año al jugar en distintos equipos– que ante una competición tan exigente, priorizan el interés común frente a intereses particulares que puedan entorpecer los logros que se puedan conseguir. También valoran su humildad y su perseverancia. La Selección difícilmente da un partido por perdido. Creen firmemente en sí mismos y en lo que están haciendo, sin caer nunca en la improvisación. Dan sensación de unidad, seguridad y aplomo ante la adversidad, como se pudo ver en la fase inicial del Mundial, que sólo puede llevar a la victoria.
Sin duda, el proceder de los integrantes de la Selección nacional debería ser un ejemplo para los políticos y también para la ciudadanía. Porque la ciudadanía no sólo está cansada de que el Gobierno no tenga, usando un símil futbolístico, un sistema claro de juego; también de que la clase política, ante la crisis que estamos viviendo, no tenga más altura de miras y llegue a acuerdos firmes y duraderos en los que todas las partes cedan por el bien común. La Selección, gane o pierda el Mundial, se ha convertido en una inspiración y en la plasmación más concreta de que, si estamos todos unidos, no hay meta que se nos resista.
Sin duda, el proceder de los integrantes de la Selección nacional debería ser un ejemplo para los políticos y también para la ciudadanía. Porque la ciudadanía no sólo está cansada de que el Gobierno no tenga, usando un símil futbolístico, un sistema claro de juego; también de que la clase política, ante la crisis que estamos viviendo, no tenga más altura de miras y llegue a acuerdos firmes y duraderos en los que todas las partes cedan por el bien común. La Selección, gane o pierda el Mundial, se ha convertido en una inspiración y en la plasmación más concreta de que, si estamos todos unidos, no hay meta que se nos resista.
La Razón - Editorial
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