martes, 18 de mayo de 2010

Una receta eficaz. Por M. Martín Ferrand

COMO en el PP, de Mariano Rajoy hacia abajo, tienden a descansar durante los fines de semana de todo cuanto no han hecho en los días laborables, los lunes solemos encontrarnos con José María Aznar, gran centinela del centro derecha español, que se nos aparece en algún diario internacional para dar el testimonio de que nos priva su sucesor y no suplen los vecinos de Génova 13 a quienes, por sus continuadas ausencias y con merecido sarcasmo, muchos llaman ya «los habitantes de la casa deshabitada». Como la obra de Enrique Jardiel Poncela, pero sin ninguna gracia.

Ayer, Aznar se nos apareció en el Financial Times para decir, como un ventrílocuo sin muñeco y que cada cual imagine el de sus preferencias dentro del baúl de la gaviota, que el actual Ejecutivo «es incapaz de resolver los problemas de España», una perogrullada que dramáticamente resulta de precisión. A mayor abundamiento, el ex presidente señaló las ocho medidas imprescindibles para que pueda cuajar la recuperación nacional: reforma laboral, nueva política energética, rediseño de las dimensiones autonómicas, regeneración del sistema financiero, desregularización de los mercados, privatizaciones, retoques en el Estado de bienestar y renovación fiscal.

Lo inquietante es que el «programa» que propone Aznar está a parecida distancia del que, con más dudas de las debidas, esboza el Gobierno de Zapatero y del que se deriva de la interpretación de los gestos de Rajoy y su equipo de incomunicación. Con diáfana caridad, el octólogo aznarí marca un camino, menos liberal de lo que parece, capaz de zurcir los rotos de nuestra economía y reparar muchos de los daños producidos en el sexenio de Zapatero.

Como señala Aznar en el decano inglés de la prensa económica, el diario que inventó el color salmón para sus páginas, la Unión Europea, comenzando por París y Berlín, ha incumplido, unos más y otros menos, el Plan de Estabilidad y la disciplina presupuestaria y ahora, ante grandes males, es imprescindible aplicar grandísimos remedios. Tanto más grandes cuanto mayor haya sido el agujero nacional. La Historia demuestra que la socialdemocracia no es válida para acometer esas transformaciones y bueno sería, aunque sólo sea por ausencia de otras opciones de probada eficacia, recurrir a las fórmulas neoliberales.

A juzgar por su desdén, el PSOE ha recibido el mensaje de Aznar, pero no consta su recepción en el PP.


ABC - Opinión

0 comentarios: