martes, 27 de abril de 2010

El PP quiere volver, con razón, a la crisis económica. Por Antonio Casado

Hablamos de Garzón, la niña velada de Pozuelo, el escándalo Gürtel, la guerra del agua en Castilla-La Mancha y el desprestigio del Tribunal Constitucional.

No de la crisis económica. O mucho menos de lo que sería normal a la vista de las últimas luces de posición del FMI o el síndrome griego. Este escenario le interesa mucho al Gobierno. Le permite salir del cerco aunque sea por unos días. En cambio no le interesa nada al PP, que ha convertido la nuestra mala situación económica en su principal palanca política para la reconquista de la Moncloa.

Por tanto, mientras amaina el vendaval guerracivilista que sopla a favor de la causa electoral del PSOE, la dirección del PP hará lo posible por devolver el debate sobre la crisis económica como único punto del orden del día de la agenda política y bajo la luz de la doctrina FAES. El último producto de la factoría ideológica dirigida por Aznar es un editorial de su revista Cuadernos en el que se insta a Mariano Rajoy a no prestar ningún tipo de apoyo a la política económica del Gobierno. “Es absurdo que Rajoy ayude a Zapatero a salir de la crisis”.


Lo menciono como ejemplo de lo que supone llevar la crisis económica, que afecta a todos los españoles, a la reyerta política nacional, en la que priman los intereses de partido. Otro efecto perverso de esa insoportable reducción de la crisis económica a una pelea de familia es el arrastre de los medios de comunicación, cuyo descarado posicionamiento en la pelea les ha hecho -nos ha hecho- perder credibilidad social, como el otro día señalaba un ex ministro de Felipe González en reunión informal con periodistas. Su diagnóstico es desalentador: “La situación económica de España es muy mala porque son muy malos quienes la gestionan. Tanto el Gobierno como la oposición”.

Sesiones de control parlamentario

A lo que íbamos. De momento, la economía vuelve a monopolizar prácticamente todas las intervenciones de los dirigentes del PP en las sesiones de control parlamentario de esta semana. Ni una sola pregunta sobre Baltasar Garzón o la supuesta campaña contra la democracia. En la calle Génova se ha decidido echar el freno y no entrar al trapo, so pena de seguir movilizando al votante de izquierda.

Esta tarde, en el Senado, el portavoz, Pío García Escudero, preguntará al presidente del Gobierno sobre los resultados de su política de empleo en el ecuador de la Legislatura. Y mañana, en el Congreso, la pregunta de Mariano Rajoy a Zapatero, la de Sáenz de Santamaría a la vicepresidenta Elena Salgado, y las de otros diputados a distintos ministros, volverán a centrarse en la política económica del Gobierno.

Sin embargo, por lo anteriormente dicho, eso no quiere decir de ninguna manera que nos vayamos a librar de la crispación, como fácilmente puede deducirse de esa línea marcada por FAES: que Zapatero se cueza en la propia salsa de sus errores en política económica. El acierto o desacierto de esa apuesta, en función de los intereses del PP, quedará determinado por la evolución de la crisis económica en los dos próximos años. Mejor si va a peor. Peor si va a mejor. Es la verdad incómoda que no quieren aceptar los dirigentes del PP.


El Confidencial

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