viernes, 22 de enero de 2010

O incendiamos La Moncloa, o ponemos un poco de sensatez . Por Federico Quevedo

Ya sé que esto me va a suponer los exabruptos de los intolerantes de siempre de uno y otro lado, pero para qué les voy a engañar, el hecho de acumular odios en los extremos me complace sobremanera porque siempre he creído que en el centro y en la moderación se encuentra la virtud. Viene esto a cuento de la decisión del PP de renunciar en parte a su exigencia de retirada total de la asignatura de Educación para la Ciudadanía con el fin de facilitar la consecución de un Pacto por la Educación que actualmente negocian el ministro del ramo, Ángel Gabilondo, y la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal. Es cierto que el PP había incluido en su programa electoral el anuncio de que si ganaba las elecciones retiraría esa asignatura, pero qué quieren que les diga, creo que este gesto por parte del principal partido de la oposición dice mucho de su voluntad por intentar alcanzar un acuerdo que en sí mismo es mucho más urgente e importante que la supervivencia o no de la asignatura de marras.

Además, quienes acusan al PP de renunciar a sus principios y esas cosas, mienten y falsean la realidad, porque en ningún caso el PP ha renunciado al fondo del asunto, es decir, a que Educación para la Ciudadanía deje de ser, de una u otra manera, lo que hoy es: una asignatura de adoctrinamiento en los principios que rigen la política social de Rodríguez Zapatero. Verán, la realidad es bien distinta. Cuando en un principio el ministro Gabilondo propuso al PP un Pacto por la Educación, en Génova 13 se acogió la propuesta con mucha desconfianza. Pero después de varios encuentros entre Gabilondo y Cospedal, las cosas han cambiado y en la sede del PP han percibido por parte del ministro una seria voluntad de intentarlo como sea. Además, lejos de la posición inamovible que hasta ahora venían exhibiendo los ministros de Educación de Rodríguez, Gabilondo se ha mostrado muy perceptivo a las posiciones del PP y, sobre todo, como buen profesional del sector, ha resultado ser muy crítico con el actual sistema en cuanto que no solo no consigue alcanzar los objetivos que se había propuesto sino que ha convertido a los escolares españoles en los peor formados de toda la Unión Europea, o casi.

Una concesión a medias

Y, por si fuera poco, Gabilondo coincide también con el PP en la necesidad de que el sistema educativo se apoye en el mérito y el esfuerzo como ejes del mismo. Todo ello ha llevado al PP a confiar en la voluntad del titular de la cartera en quien, como ha dicho Rajoy, reside mucha más seriedad de la que pudiéramos encontrar en Rodríguez. Ese es, de hecho, el único inconveniente que puede hacer peligrar el pacto. Un pacto que debería haber existido desde hace mucho tiempo entre las dos principales fuerzas políticas. La educación es algo demasiado importante como para que esté sujeta a los cambios electorales, y lo cierto, sin embargo, es que cada gobierno que llega intenta implantar su modelo, con la salvedad de que hasta ahora solo conocemos el socialista, porque ya se encargó Rodríguez de que nunca pudiera ponerse a prueba el modelo del PP. ¿Consecuencia? Una educación pésima fundamentada en el colegueo en lugar de fomentar el esfuerzo personal. Consciente de que la necesidad de ese pacto, el PP ha elaborado un documento muy interesante que deja espacios para el encuentro entre los dos modelos educativos, sin renunciar al esfuerzo y la superación como elemento sustancial de un sistema educativo que debería tener la excelencia como objetivo.

Pero para encontrar puntos de acuerdo, es obligado hacer concesiones, y Educación para la Ciudadanía es una de ellas. Una concesión a medias porque lo que realmente propone el PP es incorporar al nuevo modelo la sentencia del Tribunal Supremo, es decir, que sobreviva la asignatura pero modificando sustancialmente su contenido. De tal modo que del programa de máximos que era la retirada completa de Educación para la Ciudadanía, el PP propone excluirla como tal de la educación primaria y convertirla en una asignatura transversal que ofrezca unos primarios conocimientos sobre la Constitución, y mantenerla en secundaria con ese mismo objetivo, pero más ambicioso, de conocimiento de la Carta Magna e incorporando algo que el Gobierno socialista había marginado de nuestro sistema de enseñanza: la Filosofía, fuente del saber y del conocimiento desde los orígenes de la humanidad. Consciente, sin embargo, Rajoy de que el Pacto no depende solo de la voluntad de Gabilondo, sino de la arbitrariedad de un presidente del Gobierno que siempre se ha caracterizado por su sectarismo, antes de que se acuse al PP de romper nada, ha dado a conocer su propuesta y, sobre todo, sus concesiones a un Pacto mucho más que necesario si en el futuro queremos tener una educación de calidad.


El confidencial

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