Más que un aviso era un chivatazo. El ministro del Interior fue el chivato que desnudó en vísperas de las Navidades las malas intenciones de ETA al anunciar la posibilidad de un atentado inminente. No quiero saber si ese chivatazo de Rubalcaba creó tanta confusión entre los terroristas como para hacerles cometer los errores de libro que han dado lugar a las cuatro detenciones de este fin de semana. Pero sí estoy seguro de que, una vez más, los españoles de bien se alegran de que cuatro etarras más hayan confirmado que el final de su aventura y el de quienes eligen “bombas” y no “votos” siempre será la cárcel.
Bombas había en la furgoneta interceptada en las tierras de Viriato (Bermillo de Sayazo, Zamora). Diez kilos de pentrita, además de bidones para guardar armas y explosivos, componentes para su fabricación, un revólver y un arma larga. El ministro del Interior no quiso relacionar ayer el contenido de la furgoneta con la posibilidad de un atentado inminente. Sin embargo, no parece que en el actual debate interno de la llamada izquierda abertzale, los García Arrieta, Yáñez, Irribarren y Uruburu, que ya están en el trullo, sean de los que optan por los votos de cara a las elecciones municipales del año que viene.
Eran de los más buscados. Dos en Francia, dos en Portugal. Véase la información de El Confidencial sobre los cuatro detenidos como resultado de un paciente seguimiento policial planificado sobre el trabajo previo de los servicios de información de la Guardia Civil, la Policía Nacional y el CNI. Por supuesto, con guión político del ministro Rubalcaba, al que los terroristas no dejan de ver como el gran chivato de sus siniestros movimientos: “Ya sabemos en lo que ETA está, pero ETA también sabe en lo que estamos nosotros”, dijo ayer. Dosis de recuerdo para que los etarras sigan sintiendo el aliento policial en la nuca.
“Cuando vayan a un zulo se encontrarán con las Fuerzas de Seguridad y cuando vayan por carretera, las Fuerzas de Seguridad también les estarán esperando. Así hasta que esto se acabe”, explicó en rueda de prensa. Declaración de principios que debería contar con la anuencia expresa del PP, como principal partido de la oposición, en nombre de las buenas prácticas políticas. Como ya hizo hace unos días, cuando el chivatazo de Rubalcaba alertó a la sociedad de que ETA pensaba perpetrar una acción “llamativa”, por ejemplo, el secuestro de una figura “con gran repercusión mediática”. Las primeras reticencias, expresadas por el portavoz del PP, González Pons, quedaron aparcadas después de la conversación del ministro con Federico Trillo, su interlocutor habitual en asuntos de terrorismo.
Trillo tomó nota y dio por buenas las razones de Rubalcaba, frente a quienes las habían reprobado inicialmente –sindicatos policiales y un sector mediático, sobre todo- por considerarlas “inoportunas”, porque daban publicidad a ETA, porque creaban “alarma social”, porque estaban inspiradas más por la política que por la seguridad, etc. Desactivados todos esos argumentos, se abrió paso el que asocia el chivatazo a la opinión pública con un doble mensaje. Por un lado, impedir que se baje la guardia en el conjunto de la sociedad. Por otro, sembrar la confusión en las filas de Eta y desestabilizar aún más el convulso mundo de la llamada izquierda abertzale. Las detenciones del fin de semana indican que esa estrategia funciona.
Eran de los más buscados. Dos en Francia, dos en Portugal. Véase la información de El Confidencial sobre los cuatro detenidos como resultado de un paciente seguimiento policial planificado sobre el trabajo previo de los servicios de información de la Guardia Civil, la Policía Nacional y el CNI. Por supuesto, con guión político del ministro Rubalcaba, al que los terroristas no dejan de ver como el gran chivato de sus siniestros movimientos: “Ya sabemos en lo que ETA está, pero ETA también sabe en lo que estamos nosotros”, dijo ayer. Dosis de recuerdo para que los etarras sigan sintiendo el aliento policial en la nuca.
“Cuando vayan a un zulo se encontrarán con las Fuerzas de Seguridad y cuando vayan por carretera, las Fuerzas de Seguridad también les estarán esperando. Así hasta que esto se acabe”, explicó en rueda de prensa. Declaración de principios que debería contar con la anuencia expresa del PP, como principal partido de la oposición, en nombre de las buenas prácticas políticas. Como ya hizo hace unos días, cuando el chivatazo de Rubalcaba alertó a la sociedad de que ETA pensaba perpetrar una acción “llamativa”, por ejemplo, el secuestro de una figura “con gran repercusión mediática”. Las primeras reticencias, expresadas por el portavoz del PP, González Pons, quedaron aparcadas después de la conversación del ministro con Federico Trillo, su interlocutor habitual en asuntos de terrorismo.
Trillo tomó nota y dio por buenas las razones de Rubalcaba, frente a quienes las habían reprobado inicialmente –sindicatos policiales y un sector mediático, sobre todo- por considerarlas “inoportunas”, porque daban publicidad a ETA, porque creaban “alarma social”, porque estaban inspiradas más por la política que por la seguridad, etc. Desactivados todos esos argumentos, se abrió paso el que asocia el chivatazo a la opinión pública con un doble mensaje. Por un lado, impedir que se baje la guardia en el conjunto de la sociedad. Por otro, sembrar la confusión en las filas de Eta y desestabilizar aún más el convulso mundo de la llamada izquierda abertzale. Las detenciones del fin de semana indican que esa estrategia funciona.
El confidencial
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