miércoles, 4 de noviembre de 2009

Aguirre reventó el supermartes de Rajoy. Por Antonio Casado

Aguirre desentonó en el superpartes del PP. La presidenta madrileña heredó ayer la condición de verso suelto, hasta ahora asignado a su íntimo enemigo, Ruiz Gallardón. La “lideresa” le amargó el día al jefe. Mientras Rajoy instaba a lavar los trapos sucios dentro de casa, Aguirre arremetía en público contra quienes se colocan equidistantes entre el agresor y la víctima. Mal comienzo para los propósitos de la enmienda formulados por Rajoy en su discurso de ayer y asumidos por los dirigentes que, a diferencia de Esperanza Aguirre, sí acudieron a la reunión de la dirección nacional.

Una ausencia difícil de explicar. Según ella, porque se iba a hablar del “caso Cobo” y no deseaba condicionar a nadie. Lo de Cobo es un “caso” justamente por haber perpetrado un ataque en toda regla contra el aguirrismo. Por tanto, si Aguirre no está presente en un debate que le concierne, pierde legitimidad para criticar posteriormente lo que Cobo dijese o dejase de decir en esta reunión interna o incluso las medidas que se tomen o se dejen de tomar en la Comisión de Derechos y Garantías del PP, convocada para hoy.


Con su injustificable inasistencia al Comité Ejecutivo parece querer decir que no le interesan las eventuales decisiones de los órganos internos del partido sobre Cobo si tales decisiones no responden a su particular manera de ver las cosas. A saber: ella se adjudica el papel de víctima y asigna a Cobo el de agresor. Como en la víspera de la reunión se le dijo que ese trabajo corresponde a la Comisión de Derechos y Garantías, órgano disciplinario que ha de juzgar el desahogo verbal del vicealcalde en el diario El País, y eso le parece de una “intolerable equidistancia”, pues optó por el portazo y se fue a Leganés.

¿Y hacia dónde creen ustedes que apunta Esperanza Aguirre cuando habla de “intolerable equidistancia”? Pues hacia quien ayer se mostró dispuesto a no permitir en adelante “ni un espectáculo más”. No lo había acabado de decir y la presidenta ya le había dato motivos para demostrar que sus advertencias van en serio. Sus advertencias pasan por recordar que las listas para las elecciones autonómicas y las alcaldías de las grandes ciudades se deciden en la dirección nacional y que este uno es un partido federal donde nadie puede ir por libre. Con su actitud de ayer, muy parecida al desacato, Aguirre vuelve a poner a prueba la autoridad de Rajoy, que acababa de amenazar con la exclusión de las listas a quienes pongan en peligro la unidad del partido y la disciplina interna.

O sea que, al menos en lo que se refiere a la presidenta de la Comunidad y del PP en Madrid, vuelta a empezar. China en el zapato, verso suelto, mosca cojonera o alternativa a la resignación. Como ustedes quieran llamarlo. A diferencia de lo ocurrido con Camps y otros dirigentes, que ayer salieron del Comité Ejecutivo dispuestos a no darle más disgustos al jefe, está claro que Esperanza Aguirre, y menos después de haberse comido la extravagante propuesta de Ignacio González para Caja Madrid, no está dispuesta a decir amén al nuevo catecismo de Rajoy si no se le forma un consejo de guerra a Cobo, a ser posible con fusilamiento político al amanecer, por sus “injurias” en las páginas de El País.

el confidencial - Opinión

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