martes, 7 de julio de 2009

El cedro del faraón. Por M. Martín Ferrand

JAIME Vera, uno de los padres fundadores del PSOE, murió hace cerca de noventa años después de haberse consagrado como psiquiatra y de alcanzar el respeto de los intelectuales de su época. Ahora le presta su nombre a una fundación que, con sede en Galapagar, sirve de escenario a las escuelas de verano en las que los notables del socialismo se enfrentan a sus bases y sus alevines. José Luis Rodríguez Zapatero es un habitual de esos encuentros. A diferencia con Vera no es un nombre destacado en el ejercicio de ninguna profesión, no habla en latín con sus amigos y/o antagonistas del clero ni escribe en El Socialista algunos de los más sesudos artículos que conservan las páginas del órgano del partido. Zapatero es, sencillamente, la encarnación del poder y, en tiempos de sequía intelectual, esa es condición suficiente para llamar la atención y fijar el interés, especialmente de quienes prefieren medrar que saber y conocer.

Los diarios han difundido una fotografía de Zapatero impartiendo doctrina a la sombra de un cedro. Ignoro hasta dónde llega la riqueza botánica de los jardines de la Fundación Vera; pero, si había donde elegir, el cedro señala la vocación faraónica del líder. La madera de cedro -del Líbano, del Himalaya o del Atlas- es quebradiza y de escaso valor, pero no se pudre nunca. Por eso, en Egipto, la utilizaban para fabricar sarcófagos y otras piezas funerarias. Con todo, a pesar de que todas las variedades de tan hermosa conífera tienden a centenarias, yo no le aconsejaría al presidente insistir en el uso de tan hermoso palio para sus sermones veraniegos. Su piña es de buen tamaño y la inesperada, pero posible, caída de una de ellas sobre su cabeza, en plena disertación magistral, podría hacerle perder la compostura y el respeto de quienes mañana, o pasado mañana si el zapaterismo se perpetúa, serán sus sucesores en la cúspide del partido.

En esta ocasión, a la sombra de un cedro, el marco resulta coincidente con el cuadro. Quien está imbuido de que es la ley, y no la ciencia y la técnica, lo que debe determinar la vida útil de una central nuclear es, como los faraones, dueño de la verdad y la vida. Por ello mismo insiste en que España «puede ser líder en energías renovables». ¿No sería más provechoso tratar de ser autosuficientes en las energías que nos podamos permitir? Lo eólico y lo fotovoltaico pueden arruinarnos.

ABC - Opinión

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