domingo, 28 de junio de 2009

La «nueva etapa» del PP, entre Valencia y Bárcenas

EL MITIN de Mariano Rajoy para conmemorar el aniversario de su reelección en el congreso de Valencia revela que el presidente del PP está decidido a hacer valer su triunfo en las europeas con dos objetivos claros: restañar las heridas internas que se abrieron en aquel cónclave y poner a trabajar al partido para derrotar a Zapatero en las próximas elecciones generales.

Sorprende la franqueza con la que Rajoy abordó ayer la siempre delicada cuestión de la división interna, más aún en un acto de autohomenaje y eminente carácter festivo. Lo cierto es que hizo un llamamiento para «superar» lo que denominó «viejas historias» y reclamó a los dirigentes «un esfuerzo para olvidar lo que merece ser olvidado». Incluso se comprometió a «buscar el tiempo necesario para fortalecer la cohesión» y para «cultivar los lazos de lealtad» en el PP. Dicho y hecho, quiso acertadamente ser el primero en dar ejemplo y reivindicó expresamente la herencia de Aznar. Su autocrítica restaña las heridas del pasado y viene a enmendar aquella desafortunada frase dirigida a sus discrepantes: «Si alguien se quiere ir al partido liberal o conservador, que se vaya».

La franqueza de Rajoy para exponer en público la falta de sintonía interna hizo todavía más llamativo su mutismo respecto del asunto que más desgasta hoy a los populares: el caso Gürtel. Ni un solo comentario le dedicó a ese episodio. Hoy publicamos la síntesis de un documento de 25 folios de la Fiscalía del Tribunal Supremo con los indicios que incriminan al tesorero del PP, Luis Bárcenas. El documento incluye entrecomillados de grabaciones hechas a personas implicadas en la trama, declaraciones judiciales comprometedoras, anotaciones de pagos millonarios y datos de un informe de la Agencia Tributaria que dejan en una situación muy complicada a Bárcenas y, de rebote, al PP, que le mantiene en el cargo.

Rajoy presumió ayer de haber recuperado parte del terreno perdido en 2004 y reivindicó su trabajo, que ha permitido al PP imponerse «a la política del aislamiento y el cordón sanitario». Pero por ser ello cierto resulta más desconcertante el cierre de filas en torno a Bárcenas.

Sin embargo, es indudable que el viento sopla a favor de Rajoy. La crisis económica ha dejado grogui a Zapatero, que sigue empeñado en hacer sonar los violines de la ideología pese a que el barco se hunde. Mientras el PSOE se envuelve en la bandera antinuclear, apadrina la nueva ley del aborto y se enroca del brazo de Llamazares para cerrar el paso a una reforma del mercado laboral, el PP sigue creciendo como alternativa.

Ayer los populares conmemoraron un congreso, el de Valencia, que no fue precisamente como para sentirse orgullosos, ya que estuvo condicionado por la falta de democracia interna. Con todo, el presidente del PP eligió desde entonces el camino correcto al apostar por un discurso centrado y un tono conciliador. Eso le ha reportado tranquilidad interna y éxito en las elecciones gallegas y europeas. Ahora bien, Rajoy no debería permitir que la luz que el PP atisba a la salida del túnel la ensombrezcan las personas implicadas en casos de corrupción. Más aún cuando, como ha dicho esta semana González Pons, muchos piensan en su partido como el diputado Martínez Pujalte, que ha cuestionado la continuidad del tesorero. Ayer Rajoy anunció en Valencia una «nueva etapa» para el PP en la que «no sobra nadie». Sólo le faltó decir que será inflexible con lo que realmente sobra: Gürtel.

El Mundo - Editorial

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