sábado, 13 de junio de 2009

EUROPA INTERESA POCO

La campaña electoral fue un desastre: millones y millones despilfarrados en toda clase de actividades auxiliares imprescindibles para que nuestros líderes pudiesen lanzar sus mensajes salvíficos desde sus púlpitos, en estos momentos tan desesperados para tantos que están viviendo una crisis durísima. Pero la verdad, para lo que ha sido el debate, esa aburrida sucesión de improperios y obviedades, llegaba con un par de puestos callejeros.

La participación ha sido la más baja de todos los tiempos , sobre todo en los menores de 30 años. No ha sido una cuestión sólo española: la participación media de la UE refleja que la convocatoria ha sido un fracaso: 43.24% de votantes, unos 20 puntos menos que el 61,99% alcanzado en las primeras elecciones al Parlamento Europeo en 1979. En los países donde la participación es obligatoria (Grecia, Bélgica, Luxemburgo, Chipre e Italia, país en que se define como obligación cívica) la participación oscila entre el 63.22% heleno y el 91.35% del Gran Ducado.

Han corrido ríos de tinta sobre la necesidad de que las instituciones europeas contasen con la necesaria legitimidad democrática para el desempeño de sus crecientes funciones. Dicha democratización vendría por la vía de potenciar las potestades y competencias del Parlamento. El resultado fue la implementación del procedimiento de codecisión que el Tratado de Maastricht introdujo en 1992 y el de Amsterdam amplió y reforzó en 1999.

Es muy dudoso que el ciudadano medio conozca los mecanismos de primera, segunda y tercera lecturas por los cuales Parlamento y Consejo llegan al acuerdo para “codecidir” y que se apruebe el texto de una ley europea. Actualmente, dos de cada tres leyes europeas pasan por el Parlamento y afecta a materias como el transporte, medio ambiente, derechos de los consumidores o alimentación.

El Parlamento también goza de potestad presupuestaria en asuntos que no sean gastos obligatorios: los derivados de un tratado internacional. También las llamadas competencias de control: financieras e investigación además de la acción que tiene ante el tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas cuando se actúa contra una norma europea pero también cuando, debiendo aplicarse, no se haya hecho nada. También cuenta con un derecho de petición de los ciudadanos europeos ante su Parlamento.

Las elecciones al Parlamento deberían haber interesado más a los ciudadanos. En España, una buena opción hubiera sido dar a conocer las instituciones europeas. En concreto, el papel del Parlamento.

Saber que algunos eurodiputados se embolsaban hasta 40.000 € al mes, o la defensa acérrima de los Verdes de una faraónica reforma del gimnasio de la cámara en que sólo la piscina, en plena crisis, iba a suponer un dispendio de unos seis millones de euros, puede haber afectado a que el Parlamento caiga en el mayor de los descréditos. Cierto: ante el latrocinio palmario de unos señores que van a embolsarse 12.000€ al mes, un salario a todas luces excesivo para unas personas que van a seguir teniendo todos los gastos pagados aunque ya no puedan forrarse a costa de la diferencia entre lo asignado para el gasto y lo que ellos realmente abonaron por él.

Sin embargo, hemos democratizado las instituciones europeas, quizá no tanto como sería posible, pero las hemos democratizado. Aun así, la democracia formal no basta: ahora hace falta adecentar los Parlamentos: aquí y en Europa. Si no, llegará el día en que dejen de interesarnos.

Por lo que respecta a las opciones electorales huelga abundar en el giro del electorado hacia las posiciones democristianas y liberales, en España también. Y hay que destacar de manera muy especial que Izquierda Unida, Iniciativa per Catalunya, Verdes, Esquerra Unida y Alternativa-bloque por Asturies, que no llegaban a sacarle un punto a UPyD; la llamada “Coalición por Europa” compuesta por el Partido Nacionalista Vasco, Convergència i Unió, Coalicion Canaria, Bloque nacionalista Valenciano, Partido Andalucista, Unio Mallorquina, con muchísimos más recursos que el citado UPyD, no llegaba siquiera a doblarle en votos.

Ya se habla de UPyD como tercer partido en España, en sustitución de una moribunda Izquierda Unida y unos nacionalismos caducos, inconcebibles fuera de su pequeño ámbito territorial y cuyo discurso se le aparece a cualquiera como periclitado. Muy distinto es dar el voto a quien te da de comer. Parece pues que no todo sea marketing: que la lucha por unos ideales, desde unos valores y unos principios, sea una opción cada vez más atractiva para muchos.

Aplíquense el cuento unos y otros y entretanto, hágannos partícipes de sus opiniones y comentarios porque con ellos, como siempre, elaboraremos nuestro Manifiesto.

el confidencial - Editorial

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