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La cosa viene de lejos y la crisis económica la ha llevado al límite, con un gobierno que sigue sin admitir su gravedad y unos españoles dispuestos a tolerárselo. Sólo así se entiende que con 4 millones de parados, las peores perspectivas en la Comunidad Europea y un 65 por ciento de la población confiando poco o nada en el presidente, el Gobierno siga aventajando a la oposición en las encuestas y ganaría unas elecciones generales de celebrarse hoy. ¿Cómo es posible? Pues porque Zapatero no pide sacrificios, ni esfuerzos, ni nada para salir del atolladero en que nos encontramos. Al revés, asegura que no recortará el gasto social, que es tanto como decir que los parados seguirán cobrando eternamente su seguro de desempleo. Así, ¿quién tiene miedo a la crisis? ¿Quién tiene ganas de escuchar a los malajes que predicen todo tipo de desgracias? Más, cuando la ministra de Economía aprecia ya «brotes verdes» en el árido panorama. ¿Cómo van a estar alarmados los españoles, cómo van a querer un cambio de gobierno? Lo que digan los expertos, lo que anuncien los indicadores, lo que advierta el sentido común no importa. Lo importante es seguir como íbamos, tan contentos, aunque sea al precio de endeudarnos hasta el infinito. Pues, como decía otra ministra, «el dinero del Estado no es de nadie».
Ahí puede estar la clave de todo. En los países serios, en las democracias de verdad, no hay «dinero del Estado». Hay «dinero del contribuyente». Hay una sociedad civil, protagonista de la vida política. Pero en España, pese a lo que hayamos avanzado, sigue sin haber sociedad civil, sigue sin haber ciudadanos conscientes de que el Estado somos todos, no un tío rico y un poco tonto, al que puede sacársele todo el dinero que se quiera sin riesgo, peligro ni esfuerzo. Hemos vuelto así a la más chabacana, triste, decrépita versión de España: la del «yo arramplo con lo que puedo, y el que venga detrás que arree».
(Pd: Intercambio por teléfono impresiones sobre la situación con un amigo alemán, empresario, que lo está pasando mal. Su comentario sobre nuestro país: «¿Pero no aprenderéis nunca los españoles?»).
ABC - Opinión
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