La escasa respuesta de ayer a una convocatoria planteada en tono de amenaza debe ser analizada en términos realistas. Los ciudadanos han decidido ofrecer una oportunidad al constitucionalismo, inédito hasta ahora como fórmula de gobierno en el País Vasco, y no admiten que los perdedores pongan en cuestión la voluntad popular. Patxi López sale reforzado de este fracaso y tiene ahora la oportunidad de profundizar su política de pactos con el PP para desmontar el tejido social de complicidades e intereses particulares creados durante treinta largos años. Falta mucho para que la normalidad política se instale en aquella comunidad autónoma, pero el escaso seguimiento de la huelga permite una lectura optimista sobre la probabilidad de que el cambio empiece a mostrar sus ofectos positivos. Los nacionalistas ya no tienen el monopolio del poder político y social en el País Vasco; por eso, si los ciudadanos perciben desde el Ejecutivo un mensaje de firmeza en defensa del sistema constitucional es muy probable que se abran poco a poco nuevos espacios de libertad. En este contexto, la lucha contra el terrorismo y la superación de un régimen anquilosado son objetivos prioritarios del pacto por la Constitución frente a un nacionalismo que ayer mostró sus debilidades.
ABC - Editorial





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