![](http://www.juntadeandalucia.es/gobernacion/opencms/portal/com/bin/portal/GabinetePrensa/Noticias/not_01_21_02_08/chaves_y_rubalcaba_unidad_policia_cadiz_feb_08_3_interior.jpg)
Dejando aparte los mamarrachos con los que maese Zapatero ha mantenido el espectáculo en su guiñol gubernamental, y sin olvidar a Alfredo Pérez Rubalcaba -valor constante en el socialismo español contemporáneo-, los nombres que, según los avances de la propaganda, apuntalarán la nueva intentona del presidente son nombres viejos. Elena Salgado o Manuel Chaves son, y no solo por su origen en los Gobiernos de Felipe González, piezas singulares de la transformación del PSOE, después de Suresnnes, en una socialdemocracia tibia reforzada por una actitud enfermizamente hostil a los valores del conservadurismo español.
De hecho, no estamos ante la hipótesis de un nuevo Gobierno de Zapatero, sino ante la realidad de uno viejo de González. Es el retorno a un tiempo en que el crimen de Estado y la corrupción empañaron los logros -más de uno- que aportó el trecenario de poder que ahora parece querer recuperar, tras su fatal quinquenio, un PSOE que, si se cumplen los oráculos integrará en un Gobierno a su presidente, su secretario y su vicesecretario generales. No les será difícil llegar a confundir el partido con el Gobierno y, de hecho, continuar la línea de amancebamiento, a falta de separación entre los poderes del Estado, entre el Gobierno y el propio Estado.
Lo único que llama la atención es que el relevo pueda producirse a solo dos meses de las elecciones para el Parlamento Europeo. Si la Moncloa no tiene la total seguridad de una rotunda victoria sobre la lista del PP, está exponiendo al «nuevo» Gobierno a una primera y sonora derrota. ¿Es posible que el «amigo» de Barack Obama haya alcanzado tal nivel de desesperación?
ABC - Opinión
0 comentarios:
Publicar un comentario