martes, 7 de abril de 2009

La Alianza de Zapatero no convence

HACE ya cinco años que el presidente Rodríguez Zapatero anunció su proyecto de Alianza de Civilizaciones y en todo este tiempo el mayor logro diplomático que puede atribuirse a tal iniciativa ha sido que el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, haya aceptado asistir a una recepción, y eso en circunstancias en las que no hacerlo habría podido interpretarse como un desaire innecesario a sus anfitriones turcos. A pesar de los ingentes esfuerzos diplomáticos desplegados y de la nada desdeñable cantidad de dinero invertida en ello, aparte del secretario general de la ONU, ningún país importante de Occidente, ni siquiera dentro de la Unión Europea, ha dado un paso para sumarse a una idea que pretendía ser la fórmula filosofal para la paz mundial. La Alianza de Civilizaciones se ha quedado en un proyecto prácticamente bilateral entre España y Turquía, que siendo realistas no merecería tanto despliegue grandilocuente. Es más, como muy acertadamente decía ayer mismo en estas páginas el profesor turco Soner Cagaptay, la formulación puede ser incluso perjudicial para las aspiraciones europeas de Turquía, porque parte de la idea de que aquel país forma parte de una civilización diferente de aquella en la que se sitúa España y en la que teóricamente pretende integrarse.

Mientras no se ocupe de ninguno de los asuntos que causan los conflictos que empañan las relaciones entre Oriente y Occidente, el futuro de la Alianza de Civilizaciones se aventura igual de candoroso que hasta ahora. Para los discursos amables y los propósitos ecuménicos de paz y armonía, siempre habrá algún oyente. Habría que preguntarse en qué ha intervenido la Alianza de Civilizaciones para evitar la proliferación de armas nucleares en el caso de Irán, salvo para servir de válvula de escape para el régimen teocrático de Teherán frente al aislamiento diplomático de las naciones Occidentales. Es cierto que la Casa Blanca ha lanzado también una oferta de diálogo a los ayatolás, pero lo ha hecho pidiendo a cambio un gesto tranquilizador en el campo del desarrollo nuclear iraní, que es una de las mayores amenazas para la paz. Para demostrar su utilidad, la Alianza de Civilizaciones podría, por ejemplo, intentar ocuparse de la paz en Oriente Medio.

Las alianzas se establecen por definición con aquellos con los que se tienen cosas en común, mientras que hasta ahora el proyecto de Rodríguez Zapatero se ha planteado al revés; primero se establecen los socios y después se buscan los valores que pudieran compartirse. Y la verdad es que aparte de las naturales aspiraciones abstractas a la paz, que se suponen a todos los pueblos -incluso a los que están en guerra- es muy difícil encontrar coincidencias entre un régimen teocrático como el iraní, por ejemplo, y el gobierno socialista español que ha aprobado leyes como la del matrimonio homosexual. Desde este punto de vista, la Alianza de Civilizaciones sería la quintaesencia del relativismo, que acoge a todas las expresiones políticas y morales en pie de igualdad. Y eso nos lleva a la conclusión de que o bien el Gobierno carece de valores sólidos, o, peor aún, está dispuesto a mercadear con los que tiene a cambio de una sonrisa diplomática.

ABC - Editorial

0 comentarios: