viernes, 10 de abril de 2009

Maleni se enteró de su cese por la prensa

Le ha sentado a cuerno quemado y se notaba. Bastaba ver la carita de Magdalena Alvarez, colocada justo detrás de Pepiño Blanco cuando este asumía como nuevo ministro de Fomento del Gobierno ZP, para adivinar que aquel "morro torcido" no era sólo el natural disgusto que produce perder el cargo. El cabreo de Maleni, miembro del Gabinete socialista desde hacía cinco años, tiene motivo: se enteró de que Zapatero la largaba, por la prensa.

Revelan Luis R. Aizpeolea y Anabel Díaz en El País que el primero en conocer que el Consejo de Ministros del Miércoles Santo contaría con nuevos ministros fue el ex titular de Economía Pedro Solbes. Lo pactaron al comienzo de la primera semana de marzo, poco después de que Solbes bromeara con la envidia que sentía de Mariano Fernández Bermejo porque se había convertido en ex ministro.

El 11 de marzo, Zapatero ataba el segundo cabo. Ese día recibía el sí de Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, después de varios tanteos anteriores. La tercera semana de marzo, Elena Salgado supo que sustituiría a su admirado Pedro Solbes. El último capítulo en cerrarse fue el Trinidad Jiménez, que recibió una llamada del presidente la misma noche del lunes.

El disgusto del presidente

Todo estaba planificado al milímetro para que el Rey conociera los cambios el martes y el Consejo los aprobara el miércoles. Pero la noticia saltó a los medios de comunicación antes de lo que el presidente lo hubiera querido. Tenía previsto comunicar el lunes a Álvarez su destitución, pero ese día la ministra conoció su destino por la prensa, lo que disgustó mucho al presidente. Zapatero ha valorado extraordinariamente el trabajo de Álvarez, que siempre ha tenido en él a su principal defensor.

No obstante, el jefe del Ejecutivo mantuvo el programa que tenía pensado antes de iniciar su semana de cumbres internacionales (G-20, OTAN, Europea y Alianza de Civilizaciones) el 31 de marzo. En Londres, Estrasburgo, Praga y Estambul buscó huecos para hacer uso intenso de su móvil. Habló mucho con De la Vega; con el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, y con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

A pesar de que el secreto dejó de serlo antes de lo previsto, se puede considerar que imperó la discreción pues hacía un mes que los principales protagonistas ya lo sabían. Solbes siempre apostó por Elena Salgado, a la que había tenido como subordinada al frente de la dirección de Costes de Personal, cuando fue titular de Hacienda con Felipe González.

Tenacidad, capacidad de trabajo, gusto por el detalle, incluso cierta intransigencia ante la negligencia o las demoras injustificadas en la toma de decisiones son características que Solbes y Zapatero se repetían para considerar la idoneidad de Salgado. Ahora bien, el liderazgo público en la lucha contra la crisis lo asume el presidente del Gobierno, para bien y para mal. Esto permitirá a Salgado no estar siempre expuesta al escrutinio público, ya que es la faceta de la tarea política en la que menos cómoda se siente.

Y no es una cuestión de incomodidad lo que le ha llevado a Manuel Chaves a abandonar la Junta de Andalucía. Aunque desde antes del verano pasado, Chaves y Zapatero habían hablado de su sucesión y de la vuelta a la política nacional del presidente del PSOE, fue el 11 de marzo cuando lo hablaron con vocación de tomar una decisión. Ésta se pospuso hasta el 23 de marzo, una vez que Chaves solucionó su sucesión con José Antonio Griñan. Durante casi cuatro semanas, milagrosamente, se mantuvo el secreto, a pesar de que el socialismo andaluz vivió una auténtica convulsión sobre el proceso de sucesión que se abría.

La confianza de Zapatero en Trinidad Jiménez le llevó a dejarla para el final. La llamó a su móvil en la noche del pasado lunes, y después de hablar de las cumbres internacionales en las que acababa de participar la sorprendió con su nombramiento como ministra de Sanidad y Política Social. "La mejor receta contra la crisis son las políticas sociales y tú las vas a llevar a cabo", aseguran que dijo. Y Jiménez aceptó.

Para entonces ya estaban atados los fichajes del rector de la Autónoma, Ángel Gabilondo, y la presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González-Sinde. Zapatero envió a emisarios para sondearles sobre si aceptarían entrar en su Gobierno con las carteras de Educación y Cultura, respectivamente. Gabilondo ha mantenido contactos frecuentes con Zapatero desde hace años. Entre ambos ha existido siempre buena sintonía. Muy pronto aceptó la oferta. A González-Sinde la conoció poco después de su nombramiento como presidenta de la academia, hace dos años y medio. Tardó algo más en dar el sí, pero, al final, también aceptó no ver los toros desde la barrera.

Periodista Digital

1 comentarios:

Rafael del Barco Carreras dijo...

MAGDALENA ÁLVAREZ

Rafael del Barco Carreras

Abril 2009. El nivel de incompetencia, la Ley de Peter, no define los ascensos en la Política. El que en las densas burocracias un excelente burócrata alcance un cargo donde se definirá como un completo desastre no nos explica los nombramientos políticos a dedo. No encaja con que el “jefe que asciende” coloca en su lugar a su entregado y pelota segundón. No es lo mismo que Chaves se empeñe en que su segundo tome su cargo y relevo en Andalucía, así en Sevilla no levantarán alfombras, le “harán la cama”, o simple sombra a su liderato, que Zapatero nombrara en su día Ministra de Fomento a Magdalena Álvarez.
Ese nombramiento, de Consejera de Hacienda en la Junta de Andalucía a Ministra, dicen malpensados, fue un ascenso que también se describe en los manuales sobre burocracias. Un Jefe quitándose de encima a uno de sus más pizpiretos subordinados, para que no se convierta en enemigo, lo recomienda a un cargo mayor y alejado de su órbita, y que mejor que ¡ministra! Si en total, un ministro solo sirve para aparecer en la Tele enderezando entuertos, y siempre glorificando a Presidente y Partido (comiéndose los “marrones”) la locuaz Magdalena quizá se defendiera, además de caer alguna Obra Pública. Y si alcanzaba su nivel de incompetencia, que a él, su padrino, que la había heredado de otro de sus jefes, puede que Josep Borrell, le pillara lejos.
Repito. La señora Magdalena me descubrió una de las operaciones más truculentas del trío Narcís Serra-Maragall-De la Rosa. No se trata de la peor de sus actuaciones, a mi entender fue mucho más grave cuando Jefa de Sección en el Ministerio de Hacienda, ante el inmenso merdé en la Delegación de Hacienda de Barcelona entre el delegado e inspectores amigos de su Jefe Josep Borrel (asunto por juzgar después de casi 20 años) se le ocurrió soltar a la prensa que ella lo había descubierto pero por no “estigmatizar al Partido” se calló. ¡Cuánto habrá callado! Con su locuacidad “moderse la lengua” habrá sido terrible y sangrante. Quizá su gran baza en su exitosa vida, el hablar pero callarse, donde dije digo digo diego, amagando sin dar, hasta el ascenso soñado. La filigrana dialéctica. Pero en cuanto a mí se refiere, enterarme que mientras sufría aquella Modelo acusado de lo que para mí era culpable Javier de la Rosa (a quien yo ni conocía) mis acusadores Serra y Maragall (sabedores de lo sucedido) negociaban o le obligaban, entre otras operaciones, la compra para el PSOE o anexos con letras avaladas por el Banco Garriga Nogués de toda la prensa del Movimiento en Andalucía, y que esas letras pasados los años sumaban en los impagados incobrables y pérdidas de una Caja de Ahorros andaluza (sin estar contabilizadas en lo que resultó la real quiebra del Banco), rebasó mi ya lleno vaso de pruebas con otros socialistas cobrando talones y hasta un crédito de varios cientos de millones de pesetas para el propio Consorcio de la Zona Franca de Barcelona, un mes antes de mi liberación en 1983, con el banco tocado de muerte. Ver en “Barcelona, 30 años de corrupción”.