viernes, 10 de abril de 2009

El desastre andaluz. Por M. Martín Ferrand

NO deja de resultar chocante, cuasi provocador, el hecho de que un Gobierno que tiene como principal tarea la lucha contra el paro instale en una de sus vicepresidencias a quien, hasta hace un par de días y durante los últimos veinte años, ha sido presidente de la Junta de Andalucía. Manuel Chaves es el protagonista principal de una gestión que se resume en la cota del 27 por ciento de paro sobre la población activa: prácticamente, el doble de la media española y el cuádruplo de la europea. La vara de medir méritos políticos que utiliza José Luis Rodríguez Zapatero tiene que ser bastante fofa para no detectar una calamidad de semejante porte. Andalucía es, con gran diferencia sobre la siguiente, la región de Europa con mayor abundancia de parados. Salvo que de lo que se trate sea de redimir a las ocho provincias del Sur de una carga tan notable y de una influencia tan nefasta, es difícil explicar el ascenso de este viejo barón socialista, hijo del felipismo y la contumacia y maestro en las mañas del clientelismo electoral.

El traslado de Chaves a Madrid ha desatado las ansias del máximo dirigente del PP en Andalucía, Javier Arenas. Arenas es sevillano; pero creció y se educó en Olvera, uno de los bellísimos pueblos blancos gaditanos. Según nos enseñó Félix Rodríguez de la Fuente, a poco más de una legua de Olvera se levanta el Peñón de Zaframagón, en el que habita la máxima colonia continental de buitres leonados. En imitación de tan grandes carroñeros, Arenas se ha precipitado en reclamar elecciones anticipadas en Andalucía. Dice que la proclamación de José Antonio Griñán será legal, pero de escasa legitimidad.

Los políticos electos que no cumplen sus compromisos con quienes les votan son para desconfiar. Chaves salió elegido hace un año para presidir el Gobierno andaluz durante cuatro y, ante una «mejor» oportunidad, desertó de su responsabilidad y dejó libre su silla de Sevilla. Es lo que se lleva, pero no es serio. Otra cosa es que el PP, que sin notables avances electorales en Cataluña y Andalucía no recuperará el poder del Gobierno del Estado, pueda conquistar el Palacio de San Telmo con un galán como Arenas, acostumbrado a la derrota, intermitente en sus pulsiones de poder y de no acreditadas laboriosidad y constancia. Un buitre no basta para esa tarea. Hace falta un águila, capaz de cazar al vuelo y con la debida prestancia.

ABC - Opinión

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