
Mucha gente está ya más que harta. De la obscena prepotencia que socava los propios principios de la democracia. Más en estos tiempos de precariedad, angustia y rencores. Harta de los que consiguen con dinero ajeno lo que jamás tendrían por mérito propio. En toda España, por poner un ejemplo, se derriban casas pobres en las que viven personas humildes por estar a ciertos metros de la costa. Gentes que viven allí desde hace generaciones se ven despojadas de todo lo que tienen. Y otros, como algún flamante ministro, se construye junto al mar una casa que compita en nivelazo con los trajes que lleva desde que llegó al poder. Quien vestía como Ángel Cristo, hoy se trajea poco menos que en la sastrería del Conde de Peñaflorida. Es el progreso de los políticos. La voladura de la probidad en la política, en la democracia. Mal mensaje el de la impostura combinada con el saqueo.
ABC - Opinión
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