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Tampoco debería resultarle tranquilizadora a Zapatero la denuncia que ha hecho Conde Pumpido sobre el comportamiento de la policía en la lucha antiterrorista. Todos sabemos que fue él quien no quiso atenerse a los informes de la Guardia Civil sobre el PCTV. ¿Por qué ya no le merece la pena arrastrar la toga por lugares inciertos desde el punto de vista jurídico y moral?
La bofetada que le ha dado Ramón Jáuregui a Zapatero al hablar de la UE como un «cementerio de elefantes» rompe el estilo de uno de los políticos que más aguante ha demostrado ante las veleidades de la dirección socialista a lo largo de treinta años. Ya esperó un Ministerio en el segundo mandato socialista. De Interior por cierto. El destino de Jáuregui a Bruselas es sangrante, y una consolidación de Eguiguren.
El propio Zapatero es consciente de la inseguridad que provocan su optimismo antropológico, su radicalismo social. No sería comprensible el escándalo que han desatado las declaraciones de Sarkozy sobre la inteligencia de ZP si no fuera porque en estos momentos resulta básico que no sea la crisis la única certidumbre que puede tener el electorado en estos momentos.
ABC - Opinión
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