Están acostumbrados a saltarse normas y procedimientos en casa. Desde la Constitución hasta la separación de poderes. No hay regla de la democracia liberal que no puedan quebrantar si se interpone en su camino. Han incumplido pactos y compromisos y han engañado a sus socios. Tal historial en política interior no les ha pasado factura. Las contrariedades en el exterior las achacaban a la inquina de Bush y santas pascuas. De manera que se mueven por ahí fuera con esas pautas de conducta suyas, impropias de gente civilizada. En el mundo democrático siguen vigentes viejos códigos construidos en torno a virtudes como la responsabilidad, la lealtad e incluso la decencia. Blanco diría que ese mundo es rancio y anticuado. Y no digamos la OTAN, que nació de la Guerra Fría, y que el socialismo español tragó a regañadientes.
No conocen intereses de Estado, sino de partido. Que España pierda fiabilidad como aliado será un problema sólo si perjudica su imagen dentro. Ahora puede ocurrir, de ahí las rectificaciones, aún contradictorias. Desconcertado por las elecciones del 1-M, el PSOE apostaba por la escena internacional para reflotar a un Zapatero hundido. Un saludo de san Obama y salvaba la temporada. Pero cuando la política exterior no es más que un apéndice de la interior, un recurso para subir la popularidad o distraer la atención, en lugar de un instrumento para defender el interés nacional, se pierde el norte. Máxime si tal interés es concepto discutido y discutible.
En busca de explicaciones de la espantada, se le vuelve a dar pábulo a la idea de que Chacón, como Zapatero, es pacifista. Desde la II Guerra Mundial, el pacifismo es una mercancía averiada, usada para desarmar a las sociedades abiertas frente a sus enemigos. Pero aún retiene cierta nobleza el término, por lo que no se debe emplear para vestir designios innobles. Los que en tiempos pasados y recientes gritaban "yankis go home", no eran pacifistas. Tampoco lo son estos gobernantes que ahora mandan a unas tropas a casa sin previo aviso ni concertación con nuestros aliados. Utilizan al ejército como una pieza de quita y pon en el improvisado tablero de su política.
Libertad Digital - Opinión
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