sábado, 28 de marzo de 2009

Arboles. Por Alfonso Ussía

Sólo en una ocasión he saludado a la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa. No puedo tener opinión de ella. Pero quienes conocen a la ministra me aseguran que es inteligente, trabajadora y dialogante. Ser inteligente, trabajadora y dialogante en un Gobierno como el de Zapatero se me antoja un milagro. Porque los inteligentes no son dialogantes, los dialogantes no son trabajadores y los trabajadores no son inteligentes. Y los hay que no son ninguna de las tres cosas, y sí en cambio, tontos, vagos y cerrados al diálogo. Así está el patio. Leo en «El Puntazo», que la gran promesa medioambiental del Gobierno -promesa electoral-, no sólo se ha incumplido sino que ha pasado a mejor vida. Zapatero prometió plantar un árbol por cada español para combatir la deforestación que sufren las tierras de España.

Han transcurrido dos años, dos períodos de plantación, y ninguno de esos cuarenta y cinco millones de árboles ha anclado sus raíces en el sitio que le corresponde. Excesivo incumplimiento. La excusa de la crisis económica sirve para incumplir parcialmente las promesas, pero no para hacerlo en su totalidad. Si no hay dinero en el Ministerio de Medio Ambiente para plantar cuarenta y cinco millones de árboles, con veinte millones nos conformamos. Se explica, se entiende y se acepta la mengua. Pero no plantar ninguno, manda narices. Con la mitad de lo que reciben los chulos del sistema, que ni por casualidad cubren con el dinero voluntario de las taquillas el pastón político y pesebrista que entra en sus bolsillos, se podrían haber plantado la totalidad de los árboles prometidos. Si invirtiéramos en nuestros bosques y espacios deforestados lo que nos cuenta cada desmoronamiento de un túnel de Maleni, España tendría una piel verde y vegetal en decenas de miles de hectáreas. Servidor, desde su modestia, ha plantado este año diez limoneros, tres ciruelos, un haya, un castaño, un nogal y dos robles. Sin comprometerme a nada aventajo al Gobierno de España en dieciocho árboles de diferencia a mi favor. Como dice Antonio Mingote, cada árbol es un dios, y un país de árboles es una nación viva de pájaros y músicas. Por ahora, nos quedamos sin los cuarenta y cinco millones de árboles, pero España ha recuperado uno. Y muy significativo. Me refiero al Roble de Guernica, retoño del antiguo señor del solar de los vascos, que hoy es tronco muerto pero erguido. En la bóveda verde del norte de España los robles han principiado su renuevo. Y las hojas nacientes de este roble venerado se abren con más libertad que en los últimos treinta años. Al menos, con una esperanza de buena sombra para los justos y los pacíficos que en las últimas décadas nos habían hurtado. El «Guernikako arbola» de Iparaguirre podría volver a ser el himno que una a todos los vascos de buena voluntad. Nadie entendió que fuera despreciado por los nacionalistas. Quizá, porque Iparaguirre no lo era. Pero en su música y su texto, se resume la adoración de un pueblo por su tierra, simbolizada en la nobleza de un roble. Es triste que nos hayamos quedado sin los millones de árboles prometidos. Y es bueno que España haya recuperado, al esperanzado, fuerte y firme, ya no secuestrado, roble de Guernica.

La Razón - Opinión

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bonito templete

yolanda dijo...

Gustavo Adolfo Bécquer

(1836-1870)


Volverán las oscuras golondrinas


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban 5
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar, 10
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día... 15
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará; 20
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!

[From: Modern Spanish Lyrics, Elijah Clarence Hills and S. Griswold Morley. New York: H. Holt, 1913.]