viernes, 16 de enero de 2009

El Gobierno hace trampas. Por Fernndo Cortés

Ya nadie se fía de este Gobierno. El chorreo de cifras que estamos conociendo en los últimos días pone de manifiesto que Zapatero, durante la pasada campaña electoral, engañó a los ciudadanos. Sin mover un músculo. Si acaso, tal vez la ceja. El presidente sabía de sobra la crisis que se nos venía encima y, sin embargo, repitió hasta el aburrimiento su mantra: aquí no pasa nada. Y el que diga lo contrario es un antipatriota. Pero resulta que sí estaban ocurriendo cosas. Bastante graves. Por resumir, se nos había venido abajo el modelo económico. Ese que permitió a España ser la envidia del mundo durante diez años, y que contaba entre sus pilares destacados con la construcción residencial, la industria del automóvil, el turismo y el consumo interno. Cuatro barcos tocados o incluso hundidos. La fiesta ha terminado, aunque no hoy, sino hace ya bastante tiempo.

Zapatero y sus colaboradores, tan dados a exigir a los demás que pidan perdón por todo lo que han hecho y lo que no, deberían disculparse con el millón de personas que en 2008 pasaron a engrosar las listas del paro, pese a que desde el PSOE se les decía que no había nada que temer, que nuestro país estaba preparado como nadie para afrontar la tormenta y que el Gobierno —palabras textuales de la vicepresidenta De la Vega— no iba a dejar abandonado a nadie. Vamos, como los marines americanos.

Hasta las buenas noticias parecen tener trampa. El Gobierno sacaba ayer pecho al anunciar que la inflación terminó 2008 en el 1,4%, su nivel más bajo en diez años. Esa será la cifra que se aplique para las revisiones salariales recogidas en los convenios, lo cual constituye un disparate de origen estadístico, porque el IPC medio del año pasado —lo que se supone que hemos pagado de de verdad los consumidores durante todo el ejercicio— fue en realidad del 4,1%. Un porcentaje que casi triplica el Índice definitivo y que los ciudadanos deberemos asumir con resignación. Tampoco se puede descartar que los precios sigan su caída libre y terminemos entrando en un proceso de deflación —inflación negativa— lo cual sería letal para la economía

ABC - Opinión

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