sábado, 1 de noviembre de 2008

Nacionalismo lingüístico. Por Amando de Miguel

«La decisión de la Generalidad de Cataluña no es más que el último episodio de la secular política proteccionista a favor de los productos catalanes y vascos que han practicado todos los Gobiernos que ha habido en España desde finales del siglo XIX».

Emilio Castellote comenta la reciente decisión de la Generalidad de Cataluña de subvencionar a Eroski–Caprabo para que puedan rebajar en sus tiendas los productos catalanes. Dado que existe una reacción de muchos consumidores contra los productos fabricados en Cataluña, muchas marcas ocultan en el envase que el origen está en Cataluña. Incluso se llega a presentar como "marca blanca" la que en realidad es fabricada en Cataluña. Mi impresión es que la decisión de la Generalidad de Cataluña no es más que el último episodio de la secular política proteccionista a favor de los productos catalanes y vascos que han practicado todos los Gobiernos que ha habido en España desde finales del siglo XIX. Ahora es proteccionismo con intervencionismo. No es casualidad que esa intervención se dirija a favorecer una alianza vasco–catalana nacionalista como es la representada por Eroski–Caprabo. Qué interesante es saber que eroskería en vasco quiere decir "soborno". Sin llegar a tanto, toda política intervencionista y proteccionista suele redundar en el beneficio privado a costa del erario.

Luis Argüello me cuenta el suceso de un cliente suyo, quien se personó en el Ayuntamiento de Barcelona. El hombre se dirigió en castellano a un funcionario de atención al público, pero este le contestó en catalán. No hubo forma de hacer entender al funcionario de que, por favor, le hablara en castellano, pues el solicitante no entendía el catalán. Supongo que algún libertario nacionalista (perdón por el oxímoron) argüirá que esa filosofía es falsa. Sería más auténtico y gallardo que ese hipotético nacionalista dijera que la historia debe de ser cierta porque así es como deben ser las cosas.

Josep Basi recuerda, atónito, un debate en un programa de Cataluña Radio cuyo tema era para traducir "arroba", la de los correos electrónicos, con la finalidad de no tener que depender del castellano. Ya es obsesión, piensa don Josep y pienso yo también. Añado que tampoco es para ponerse así. En catalán la "arroba" como unidad de peso y de capacidad siempre ha sido "arrova". Después de todo, ambas voces proceden del árabe hispano, arrub. No creo que haya ninguna dificultad en utilizar arrova en el mismo sentido que arroba para referirse al correo electrónico.

David Cuevas Sarrión (Valencia) sostiene la peregrina teoría de que en la península Ibérica había tradicionalmente tres lenguas: el portugués, el valenciano y el castellano. De ellas derivaron otras romances, como el gallego, el bable, el barceloní o el mallorquín. Supongo que una teoría así va a levantar muchas interpretaciones del mundo que no tienen por qué ser las canónicas.

Fátima Pellico Gómez arguye que la norma de decir en castellano Lleida o Girona (con la G a la catalana) en todo caso será un deseo pero no una obligación. "Cada uno es libre de hablar como estime". Hasta cierto punto, redarguyo. Operan mucho las convenciones. Lo chusco del caso es que el Parlamento español ha dictaminado por unanimidad que, en castellano, debe decirse Lleida o Girona (con la G a la catalana). Es una decisión perfectamente estúpida.

A propósito de lo de Lleida, Emilio Luengo Campos aduce que estudió en Schweizerischen Eidgenossenschaft, una escuela suiza, que no hay por qué decirlo así en castellano. Por lo mismo no hay por qué referirse a Sainkt Pietersburg o a la Rossiya Fiederatsia, cuando sencillamente decimos San Petesburgo o la Federación Rusa.

Libertad Digital - Opinión

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