domingo, 22 de junio de 2008

El saludo de Aznar. Por Luis María Anson

Tenía medido hasta el último gesto. Aznar es un hombre muy meticuloso. Y coherente. El pasado martes titulé este Al aire libre así: “Rajoy ofende a Aznar”. El ex—presidente ha respondido a la vejación del insaciable Rajoy, que relegó la intervención aznarí del domingo al sábado, con un saludo gélido. Ni le miró a los ojos mientras se abrazaba con Ángel Acebes y besaba tiernamente a Esperanza Aguirre. Sólo le faltó exhibir una fotografía de Eduardo Zaplana.

Y aún más. Se retiró sin despedirse del atribulado líder popular a pesar de que pasó junto a él. Toda una exhibición de dignidad y buen sentido. Al rosario de pesos pesados que han huido de Rajoy -Zaplana, Acebes, San Gil, Ortega Lara, Elorriaga, Costa- se añade la tensión despectiva impuesta por José María Aznar. Su espléndido discurso de hoy ha sido contundente. El PP está ya, desde 1989, en el centro reformista, lo que quiere decir que Rajoy ha buscado como excusa una reforma del partido para permanecer en su poltrona genovita. Claro que en un próximo futuro las cosas se arreglarán. Incluso habrá diálogo entre el presidente de honor y el líder actual. Rajoy quiere mantenerse en el machito pero ha doblado ya. En el 2011 habrá primarias. Si la democratización del partido -siempre y cuando sea auténtica- no termina con él, habrá que aceptar el veredicto de las urnas. Si los militantes aúpan a otro candidato, se habrá terminado la pesadilla de las gloriosas derrotas con las que Rajoy ha abierto el camino, primero, y consolidado, después, a ese desastre sin paliativos que es el ludópata político José Luis Rodríguez Zapatero.

La clave, pues, de este Congreso del Partido Popular no es el plebiscito que se ha preparado el presidente autócrata sino la obligada aceptación de futuras elecciones primarias, al estilo norteamericano.

El imparcial - Opinión - 22/06/2008

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