domingo, 11 de mayo de 2008

10 de mayo de 1933: la quema de libros en la Bebelplatz de Berlín.


Fahrenheit 451 es el título de una novela distópica publicada en 1953 por Ray Bradbury. El título Fahrenheit 451 hace referencia a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde (233º C).

La historia fue llevada al cine en 1966 por François Truffaut. Su título inspiró además el del documental de Michael Moore Fahrenheit 9/11.

10 de mayo de 1933: la quema de libros en la Bebelplatz de Berlín




Hoy se cumplen 75 años de la quema de libros por los nazis en la Bebelplatz de Berlín, símbolo de la muerte de la razón. Voluntarios de la S.A. (los camisas pardas) y de las Juventudes Hitlerianas, pero también ciudadanos corrientes, destruyeron 20.000 publicaciones de filósofos, científicos, poetas y escritores, considerados peligrosos y antigermánicos. La simbólica operación fue dirigida por Goebbels, ministro de propaganda, mientras proclamaba que "Alemania había comenzado a limpiarse interna y externamente". Muchos de estos autores fueron asesinados, arrestados o tuvieron que exiliarse, como les ocurrió a los 24 premios Nobel de Alemania y Austria que se refugiaron en Estados Unidos. Se cuenta que Sigmund Freud comentó al enterarse: "es un gran progreso con respecto a la Edad Media; ahora queman mis libros, y entonces me hubieran quemado a mí".



El Consejo de Cultura alemán ha decidido dedicar el aniversario al recuerdo de toda una serie de autores que padecieron dicha purga, rescatados por Volker Weidermann, autor de El libro de los libros quemados, quien ha desenterrado a 131 de estos escritores, entre los que aparecen Lion Feuchtwanger, Emil Ludwig, Heinrich Mann, Theodor Plevier, Erich Maria Remarque, Arnold Zweig…, por no recordar a los celebérrimos Heine, Marx, Thomas Mann, Freud o Brecht.



Los motivos para verse incluidos en la lista negra elaborada por el bibliotecario Wolfgang Hermann fueron diversos. Algunos como Zweig fueron condenados por promover el pacifismo; otros por sus tendencias comunistas o socialistas; otros aún, simplemente por cultivar un modernismo revolucionario y librepensador que irritaba a los nazis. Aunque el pecado mayor para acabar en la hoguera consistía en ser judío. Es lo que le sucedió, por ejemplo, a Arthur Holitscher, un modesto escritor de principios de siglo que pasó a la posteridad como el modelo en el que se basó Thomas Mann para componer el grotesco Detlev Spinell, personaje de Tristán.
.
Como escribió Philip Roth, todos los escritores cuyos libros fueron quemados por el III Reich fueron dignificados por las llamas. Pero no olvidemos tampoco que, en algunas ciudades españolas, se produjeron actos similares tras la guerra civil, quemas públicas de libros, como en Almería, mi ciudad natal.
..

Hoy, la Bebelplatz (antes llamada Opernplatz, su nuevo nombre proviene del líder socialdemócrata August Bebel), junto a la Unter den Linden, ha vuelto a convertirse en uno de los espacios más céntricos y transitados de la ciudad. En ella se encuentra nada menos que la Staatsoper (la Opera estatal, a la izqda. de la foto), la Universidad Humboldt (a la dcha.), la catedral católica, dedicada a Santa Eudivigis (al fondo, a la izqda.), y el elegante Hotel Roma (junto a la catedral). En el centro de la plaza, para que sirva de recuerdo permanente, se halla el monumento a la quema de libros, una losa de cristal a través de la cual es posible apreciar unas estanterías vacías, de un blanco clamoroso; así como una frase premonitoria de 1817 del poeta Heine (cuyo monumento se encuentra muy cerca, junto al edificio de la Humboldt, al otro lado de la avenida) que reza así: "Eso sólo fue el preludio; ahí donde se queman libros, se termina quemando también a las pesonas".


La Nave de los locos

0 comentarios: