domingo, 11 de mayo de 2008

Azaña y Zapatero. Por Luis María Anson

“Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado Español”. Esto es todo lo que concedió la II República a la voracidad del nacionalismo catalán. Azaña se mostró irreductible en educación, artículo 7 del Estatuto: “Garantías recíprocas de convivencia y de igualdad de derechos para profesores y alumnos”, “a las lenguas y a las culturas castellana y catalana”, “siempre con arreglo a lo dispuesto en el artículo 50 de la Constitución”. Ese artículo, el 50 de la Constitución de la II República, exigía el “estudio de la lengua castellana” y que ésta se usara “como instrumento de enseñanza en todos los centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas”.

Ortega y Gasset, con su lucidez clarividente, se enfrentó, a pesar de todas esas cautelas, a Azaña y en su célebre discurso de 13 de mayo de 1932, en el Congreso de los Diputados, acusó al presidente del Gobierno de “increíble ingenuidad” y vaticinó que los partidos nacionalistas devorarían el Estatuto hasta extirpar la idea de España de sus territorios.

“Increíble ingenuidad”. Todo lo que está ocurriendo con el castellano en Cataluña y el País Vasco lo anticipó ya Ortega y Gasset en 1932. El voluntarismo se estrella contra la realidad de los que se han propuesto, con grave perjuicio para vascos y catalanes, extirpar en sus regiones el estudio del castellano, segunda lengua del mundo. Inútil hacerse ilusiones. Zapatero ha inclinado ya la cerviz y no cumplirá ni en el estudio del castellano ni en la bandera lo que exige la Constitución. Necesita los escaños de los partidos nacionalistas vascos y catalanes porque no quiere alinearse con el PP, y el resultado es la interminable caravana de concesiones que anticipó Ortega y Gasset hace 75 años.

El Imparcial - Opinión - 11-05-2008

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