lunes, 19 de noviembre de 2007

Consejos y desmarques

Parece que la cosa va de consejos. La carta dominical de Pedro J. es un mensaje dirigido al Partido Popular, con una serie de recomendaciones sobre cómo acometer la recta final de la legislatura, a cuatro meses de las elecciones generales.

Según la carta dominical de Pedro J. "el PP no debía haber dado la batalla contra el matrimonio homosexual... Tampoco debería oponerse a la investigación con embriones... Y tampoco debería ser beligerante contra la existencia de una asignatura que se llame Educación para la Ciudadanía".

En lugar de ello, sigue diciendo Pedro J., en lo que el PP debería concentrar su mensaje es en "la protección de los derechos civiles de todos los españoles contra las concesiones arrancadas por los nacionalistas" a Zapatero.

Pero eso, según el director de El Mundo, no hay que hacerlo de forma contundente: "No es la hora de volver a llenar las calles detrás de las pancartas de la, por tantas razones admirable, pero no pocas veces demasiado radical, Asociación de Víctimas del Terrorismo, pues las negociaciones del mal llamado «proceso de paz» han terminado sin que los peores augurios sobre concesiones a los etarras se hayan consumado."

En lugar de la pancarta, dice la carta dominical, es "el momento de proponer cómo neutralizar el chantaje permanente de las minorías soberanistas... cómo garantizar el derecho de todos los padres a que sus hijos reciban enseñanza en castellano... cómo blindar a los comerciantes frente a la persecución inquisitorial de la policía lingüística...".

Es el momento, continúa la misiva, de hacer "un programa... que apueste por estimular la participación política... que vuelva a reducir los impuestos... y que no escatime recursos para la enseñanza, la seguridad ciudadana, la investigación científica... o la lucha contra el cambio climático."

En resumen, que el PP debe, según Pedro J.:

Renunciar a los aspectos morales de su programa (dejando huérfanos de representación parlamentaria a lo que la propia carta reconoce que son varios millones de votantes).
Renunciar a echarle en cara a Zapatero el proceso de negociación con ETA (ese engaño masivo, a todas luces delictivo, que todavía continúa y que se retomará después de las elecciones).
Incluir en su programa una serie de medidas destinadas a reforzar la cohesión nacional (pero que son de imposible cumplimiento, ante unos nacionalismos dispuestos a romper la baraja).
Y añadir los restantes ingredientes de cualquier programa comme il faut (es decir, blablablá diverso, políticamente correcto, sobre la educación, los impuestos y el cambio climático)
Por supuesto, el 11-M ni nombrarlo. El Estatuto de Cataluña no se menta. La voladura del Tribunal Constitucional no es objeto de debate. La putrefacción de la vida pública española, instalada en la mordida perpetua a bajo y alto nivel, no es motivo de reflexión. El lastimoso estado de la separación de poderes no se afronta... Un programa virtual para un país virtual.

No sé si Pedro J. se da cuenta, pero la asunción de ese discurso lleva de manera inmediata a una pregunta: ¿qué objeto tiene, entonces, que el PP se presente a las elecciones?

Si lo que se nos está diciendo es que, gane quien gane las elecciones siguientes, se van a consolidar los pasos dados en el terreno moral/social; se van a dar por buenos los Estatutos que ponen fin a la existencia de la Nación; no se va a clarificar quiénes son los responsables del golpe del 11-M; no se va a acometer reforma alguna que nos saque del patio de monipodio en que se ha convertido la vida pública y no se va a hacer nada por recuperar el Estado de Derecho y restaurar la independencia del poder judicial,... ¿para qué hace falta molestarse en convocar comicios? Que se reúnan los cónclaves pertinentes en algún despacho; que se declaren prescritos todos los delitos de terrorismo (incluido el 11-M); que decreten que España es, desde ahora, un territorio (porque lo de "Estado" lo mismo le molesta a alguien) plurinacional y confederal; que decidan qué leyes hay que impulsar (por ejemplo, la de la eutanasia, que preocupa mucho a los españoles); y que se haga una purga en la carrera judicial, sustituyendo a los jueces de oposición por otros designados por los partidos, de forma que a la cárcel vaya el que ha afanado una gallina, pero no el que ha robado mil millones en connivencia con el partido de turno.

¿Pero de qué estamos hablando?

A lo largo de tres años y medio, se ha estado de manera perpetua (desde distintos ámbitos) embridando a las bases del PP, y al propio PP, en una estrategia de la inacción, desaconsejando cualquier enfrentamiento con el Gobierno, desaconsejando las manifestaciones, desaconsejando la transmisión de mensajes claros y firmes, desaconsejando el aprovechamiento de los errores del Gobierno Zapatero...

A lo largo de tres años y medio, se han estado publicando sistemáticamente encuestas en las que se lanzaba el mensaje de que el PSOE sigue por encima del PP en intención de voto. Y, en lugar de extraer las consecuencias lógicas de ese hecho (si el PP sigue por debajo, después de lo que ha llovido, es que la estrategia de la inacción que se ha seguido hasta ahora es incorrecta), se han estado empleando esas encuestas para aconsejar al PP justo lo contrario: que se sumerja todavía más en la inacción...

A lo largo de tres años y medio, se le ha estado pidiendo al PP que dejara pasar las oportunidades de lanzarse a la yugular del Gobierno, incluido el tema del Estatuto catalán, incluido el infame proceso de negociación con los asesinos... Y a cuatro meses de las elecciones se le vuelve a pedir al PP que plantee estas elecciones como si no fueran unos comicios donde lo que está en juego es la existencia de la propia Nación española.

¿Qué mensaje se intenta trasladar al PP? ¿Que debe continuar haciendo el Don Tancredo? ¿Que no recuerde en campaña electoral que está en marcha un plan de confederalización de España? ¿Que ignore a esos "varios millones" de españoles a los que sí les importan los aspectos morales, para lograr unos supuestos votos centristas que nadie sabe cuantificar? ¿Qué no le restriegue a Zapatero por la cara la indignidad moral de sentarse con los asesinos mientras persigue a las víctimas? ¿Que haga como si en España no hubiera tenido lugar el 11-M y como si ese 11-M no hubiera sido hecho precisamente para poner en marcha el proceso vivido desde entonces?

¿O es que el mensaje no está dirigido a los dirigentes del PP, sino a sus votantes? ¿Se nos está, acaso, lanzando el mensaje de que hay que renunciar a todos los planteamientos ideológicos, incluida la propia existencia de la Nación española, para que el PP gane las elecciones?

Pues, en lo que a mi respecta, lo siento, pero no considero el triunfo electoral del PP un objetivo en sí mismo. Si ese triunfo no va a servir para parar el Golpe de Régimen, si ese triunfo no va a servir para anular las leyes aprobadas por un Gobierno ilegítimo (aunque legal), si ese triunfo no va a servir para acabar con el asalto nacionalista a las estructuras del Estado, si ese triunfo no va a servir para poner al Estado entero a trabajar para acabar con los asesinos por vía policial, si ese triunfo no va a servir para conseguir que los tribunales vuelvan a hacer Justicia... entonces me da igual que el PP triunfe o no.

Si de lo que se trata es de llevar a su culminación una Hoja de Ruta decidida al margen de los ciudadanos, me es indiferente quién se encargue de llevarla a la práctica.

Lo que yo quiero es, precisamente, abortar esa Hoja de Ruta. Y quien no lance un mensaje claro dirigido en ese sentido no contará con mi voto, llámese PP o llámese de cualquier otra forma.

A lo mejor tiene razón Pedro J. en que, para atraerse al electorado centrista (sea eso lo que sea), el PP tiene que adoptar un discurso idéntico al del PSOE. Pero, en ese caso, que el PP se dedique a ese electorado "centrista" y que nos lo diga claramente a los que no pertenecemos a ese segmento del electorado (que somos muchos millones, como el propio Pedro J. reconoce), para buscar otras opciones a las que votar.

Y, en cuanto a la estrategia de aquí a las elecciones, el próximo día 24 yo volveré a salir a la calle, convocado por esa AVT que parece que a algunos les causa desasosiego. Y volveré a salir a la calle para decir una cosa muy clara: que sabemos que lo que ha conseguido que se interrumpiera temporalmente el "proceso" de cesión a los asesinos ha sido, única y exclusivamente, la contestación social. Que sabemos que, si fuera por los apóstoles de la moderación, a estas horas el proceso de "presentación en sociedad" de los asesinos estaría culminado. Que sabemos que ese proceso no está muerto, sino que tan sólo se espera al resultado de las elecciones para acometer la segunda parte del mismo (el famoso "Año del Perdón" en 2008, según terminología de Mikel Antza): Que sabemos que lo único que va a poder detener el proceso de confederalización de España es una reforma de la Constitución que corte de raíz los movimientos centrífugos nacionalistas. Y que sabemos que el Golpe de Régimen del 11-M se llevó a cabo, con asesinato de 200 personas incluido, precisamente para poner en marcha esta dinámica que sólo la contestación social podrá detener.

Algún columnista con buenos contactos en la calle Génova señalaba hace unos días en elconfidencial.com que "El PP marca distancias con la AVT" y que Rajoy no asistiría a la manifestación del próximo sábado, lo cual parece estar en línea con las recomendaciones contenidas en la carta dominical de Pedro J.

En realidad, supongo que ese columnista de El Confidencial se referirá a que es "el entorno de Rajoy" el que se desmarca de la manifestación, porque en el PP hay mucha, muchísima gente a la que no se le pasaría nunca por la cabeza la indignidad moral de desmarcarse de las víctimas del terrorismo. Como tampoco se le pasaría por la cabeza plantear la campaña de las siguientes elecciones como si viviéramos en un país virtual donde nuestro problema más acuciante fuera el cambio climático y no el asalto frontal a la Constitución del 78.

Creo que va a ser muy instructivo comprobar, el próximo sábado, si ese columnista de El Confidencial tenía razón en sus pronósticos. Porque, a lo mejor, lo que resulta es que el PP de lo que tiene que desmarcarse, y desmarcarse ya, es del entorno de Rajoy.

Antes de que sean los ciudadanos los que empiecen a desmarcarse del propio PP.

Luís del Pino en su Blog
Libertad Digital, 18-11-2007

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