
En estos días de justos homenajes a Ibáñez con motivo de sus 50 años mortadélicos y filemónicos, se ha olvidado al Doctor Bacterio, cuya doctrina retoña robustísima en cualquier situación: si la derecha va ganando, tengamos moderación, porque no hay que estropear la victoria arriesgando. Y si va perdiendo, moderación tengamos, porque la izquierda nos arrasa. En todo caso, pongámonos de perfil, peguemos nuestro programa electoral a la izquierda y esperemos.
Aznar perdió las elecciones del 93, siguiendo la consigna de que tras su primer debate televisivo con González aquello estaba ganado y que lo esencial era conservarlo. Arriola lo convenció de lo que casi todos los líderes están ya convencidos: el poder está para rendírseles sin tener que conquistarlo. Véase Rajoy 2004. Pero al día siguiente de la derrota, Aznar nos convocó a Luis Herrero y a mí en la calle Narcisos para que el Dr. Bacterio nos explicase la nueva situación: en realidad, al perder habían ganado porque en las próximas elecciones tomarían el poder de forma natural, tranquila y sin estridencias. Tras sobrevivir a seis horas de perorata, Luis y yo coincidimos en situar a Bacteriola en la tradición de los grandes vendedores playeros de alfombras, dentro de la escuela sufí del barato-barato. Pero se nos escapó la semejanza intelectual con sus hermanos Pepe Gotera y Otilio, que florecerá electoralmente en muy pocos días. Pedro J. ve que para ganar las elecciones el PP debe marcar distancias con la AVT, la Iglesia Católica -no sé si Copetólica- y asumir la Educación para la Ciudadanía. Sus enemigos, que son los míos pero más, han corrido a identificarlo como «pentito» dentro del bando abecedón. Yo, no. Pero ardo en deseos de ver incorporados al programa del PP los grandes postulados bacteriológicos. Como avance, Juan Costa anuncia una ley contra el cambio climático. Tres más contra la pobreza, el cáncer y la muerte; y mayoría absoluta.
Federico Jiménez Losantos
El Mundo, 19-11-2007
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